Seguidores

domingo, 13 de septiembre de 2020

LA VOCACIÓN TARDÍA

 Rest and reading in the afternoon / Reposo y lectura en la tarde (ilustración de Marcos Llussá)

                                                         (imagen de la red)

    LA VOCACIÓN TARDÍA

          Elisa nunca había escrito nada más allá de las cartas que, por su trabajo de administración, se vió obligada a hacer en su vida laboral, pero escribir historias o contarlas nunca se le dio bien, para eso ya estaban los grandes escritores de los que ella era una lectora empedernida.

          Sin embargo, de un tiempo a esta parte, se había hecho con un pequeño cuaderno y escribía en él sin parar todo el día. Sus hijos no comprendían esa vocación tardía que había surgido en su madre  de la noche a la mañana, ni se imaginaban que podía estar escribiendo a todas horas con el bolígrafo en ristre y sin coger el ordenador, que resultaba mucho más fácil, aunque bien es verdad que, desde que se jubiló había perdido mucha destreza con las teclas.

           ¿Pero qué escribiría con tanto interés que hasta se olvidaba de comer y dormir?

          "Siempre esperaba con ilusión que llegara el domingo. Era mi día favorito de la semana porque comía con los abuelos. Las comidas en casa de los abuelos me lo pasaba tan bien que si tuviera que definir lo que es la felicidad sin duda me referiría a ese momento  de mi vida.

En verano nos juntábamos en su casa toda la familia. En aquel cigarral grande  en mitad del monte, lleno de árboles frondosos que  con su sombra ofrecían un alivio al calor sofocante de la estación estival, que por allí se vivía con gran intensidad.

          El salón era amplio , orientado a poniente y tenía una vitrina muy llamativa en la que el abuelo iba poniendo todos los recuerdos que traía de sus viajes. En el centro estaba la gran mesa de roble donde comían los mayores, a nosotros, los niños , nos colocaban en una supletoria que ponían al lado, solo para ese momento. Allí me sentaba yo, con mis primos, pero siempre al lado de Carmencita, la hija mayor de mi tía Carmen, con la que compartía edad, colegio y todos los secretos e inquietudes propios de la niñez.

          Entonces, una vez colocado todo el mundo,Marita, la cocinera de la abuela, iba sacando los guisos en una gran fuente muy bien presentada, y uno a uno nos servía teniendo en cuenta las preferencias. Yo, que era mala comedora, estaba deseando que llegara el postre porque siempre preparaba aquel pastel de chocolate con nata que estaba para chuparse los dedos. La alegría , las risas, las pequeñas peleas entre primos regaban la mesa dándole un sabor dulce y entrañable, que ahora al recordarlo me hace ¡tan feliz!

Después de comer, el abuelo con su enorme bozarrón decía:

"¿Quién se quiere echar la siesta conmigo?"

          Y una hilera de mocosillos le seguíamos entre gritos para ver el que se hacía notar más.

          Nos juntaba a todos en el porche y nos contaba sus hazañas vividas en sus largos viajes por el mundo. Nosotros le escuchábamos fascinados y sin  pestañear, y le pedíamos que lo repitiera una y otra vez. El abuelo era único contando cuentos, sabía poner la entonación adecuada en cada momento de la narración, hacía mil voces diferentes y con frecuencia dejaba el relato en suspense para avivar la atención. ¡Era genial!. Yo le adoraba y celebraba con alegría el teimpo que podía pasar con él.

          Pero después de un rato de charla y tras la copiosa comida que nos preparaba Marita, el sueño iba haciendo mella en él, y entonces nos despedía con un caramelo de anís para cada uno y nos mandaba a jugar fuera, mientras él se iba al butacón de su despacho a cabecear un rato..."

          Elisa dejó de ser niña hace mucho tiempo. La arrugas surcan su rostro y las canas se han apoderado completamente de esa melena cobriza que fue la envidia de muchas. Muy pronto ella misma se convertirá en abuela, pero la enfermedad la acecha escondida en las sombras, va tras ella y no le da tregua. Necesita un tiempo que no tiene antes de que estos y otros bellos recuerdos se borren de su memoria para siempre, y por eso escribe y escribe sin parar. Ella no podrá contar historias a su nietos, como hacía el abuelo Juan, pero las dejará escritas para que las lean y sepan quién fue su abuela. Solo así podrá descansar.


87 comentarios:

  1. Rita has escrito algo tan bello que todos los niños deberían leerlo, porque es amor puro el que nos daban nuestros abuelos al menos yo recuerdo asi al mio. Gracias por escribir tan lindo estas historias. Un fuerte abrazo querida Rita.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Los abuelos son siempre especiales, yo también los recuerdo así.
      Muvchas gracias por tu comentario.
      Besitos, Campirela

      Eliminar
  2. Un relato muy enternecedor que me ha conmovido. Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me alegro mucho que te guste.
      Un abrazo de vuelta., Neuriwoman

      Eliminar
  3. Pero qué ternura de texto, con tantos detalles de infancia, inventada o real. Un gusto leerte

    Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Está basado en hechos reales, como las películas, je, je, pero yo he añadido algo de mi cosecha.
      Un beso., Albada

      Eliminar
  4. Un relato muy sensible y muy afectivo, como tú. Un abrazo inmenso, querida amiga.

    ResponderEliminar
  5. Bellísimo relato de quien se adelanta a los acontecimientos que quizás algún día deje de recordar. ¿Por qué escribir? ¿Para quién?. Has dado muchas respuesta a estos interrogantes con una forma muy hermosa de mostrar.

    Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. La escritura nos hace inmortales, o por lo menos alarga mucho nuestra vida física.
      Un gusto volver a verte por aquí.
      Abrazos

      Eliminar
  6. Es una historia muy emotiva. Yo también guardo varios libros. un beso

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Si, yo también tengo escritas muchas cosillas autobiográficas. No sé si tendré nietos algún día, pero ahí quedarán para quien quiera leer.
      Un abrazo, Susana.
      PD: Ya me hice seguidora de ti blog. Te había perdido la pista. Ya podré seguir leyéndote

      Eliminar
  7. Duro pero escrito con mucho sentimiento y lleno de sensibilidad.
    Me ha gustado mucho.
    Me has echo sonreír en el párrafo en el cual el abuelo les regalaba un caramelo de anís. Mi abuela paterna también llevaba en el bolso siempre o juanolas y una o otra nos regalaba a los nietos eso si, después de comer o cenar, si no decía que se nos quitaba el hambre, que recuerdos.
    Buena semana Rita.
    Un beso.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Los caramelitos de anís eran muy apreciados por los niños de antes que no tenían tantas cosas como los de ahora. Celebro que te guste el texto.
      Un beso, Tere

      Eliminar
  8. Muy enternecedor, una mujer admirable.

    Abrazos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Lo es, sin duda. Una mujer encantadora.
      Un abrazo, Alfred

      Eliminar
  9. Me ha encantado este relato que me ha llevado a mi infancia y a esas vacaciones que pasábamos en casa de unos tios muy queridos y bonachones.Besicos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Los recuerdos de la infancia, por lo general, siempre son buenos y es grato recordar.
      Un beso, Charo

      Eliminar
  10. qué bonita historia! las personas vuelven a sus orígenes. los recuerdos de la infancia tienen una magia especial, quizá porque los tenemos un poco enterrados, y lograr que aflore a la memoria uno de esos recuerdos es como un hallazgo arqueológico.
    nunca es tarde para desarrollar la vocación que uno lleva dentro...
    abrazos!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. A medida que pasan los años la estantería de los recuerdos crece y crece sin parar, a veces es grato perderse en ella.
      Un abrazo, Chema

      Eliminar
  11. Qué bonita y generosa dedicación, propia de una abuela. Esos cuentos del abuelo tienen que llegar a sus nietos, aunque sea a través de sus letras.
    Precioso.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Los "cuentos de los abuelos" ya sabes que son siempre especiales.
      Un abrazo, Chema

      Eliminar
  12. Conmovedor relato amiga, yo al revés de Elisa, ya casi no escribo, mi tiempo lo ocupo en otras cosas pero al leerte he sentido un no se que en el alma que me anima a escribir....esa enfermedad no sabemos a quienes nos afectara. Saludos y abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. El gusanillo de la escritura siempre se lleva dentro, aparece y desaparece cuando le da la gana, pero siempre está ahí.
      Un beso, Sandra

      Eliminar
  13. Que hermoso relato Rita que ternura de inspiración, las letras nos hacen vivir eternamente y ser un recuerdo imborrable en las memorias, un abrazo amiga

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Las leras nos hacen inmortales. Ellas hablarán por nosotros cuando ya no estemos aquí. Muchas gracias por tu comentario tan bonito
      Besos

      Eliminar
  14. Y no será que nosotros tenemos un blog con esa idea también sin reconocerlo? Saludos

    ResponderEliminar
  15. Estos relatos hay que contarlos para disfrutar de unos buenos minutos de lectura, sigue escribiendo que tienen don.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  16. No será la única abuela que no pueda contar a sus nietos esos cuentos que todos los abuelos tenemos dentro de nosotros para contarles. Yo si que he tenido la suerte, de aun recordar, los cuentos que me contaba mi abuela materna.

    Saludos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Desgraciadamente muchos nietos se van a quedar sin esos valiosos cuentos.Por suerte yo pude conocer los d elos cuatro abuelos.
      Un abrazo, Emilio

      Eliminar
  17. Cuando nos hacemos mayores los recuerdos se difuminan o se olvidan, la mejor solución es dejarlos escritos.
    Abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Dejarlos escritos es una buena manera de que nuestras vivencias permanezcan siempre, o por lo menos mucho más tiempo que nosotros.
      Un abrazo, Matías

      Eliminar
  18. Ay mi querida Rita, me tienes ganada con tus dibujos, eres una artista, son únicos y preciosos
    ...Los buenos recuerdos se guardan como joyitas y los menos buenos que se los lleve el viento, aunque nos dejen una huella.
    Un abrazo amiga. Cuidate

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Tienes toda la razón. No merece la pena guardar lo malo.
      Un beso grande, Carmen

      Eliminar
  19. Dejar por escrito a los hijos y nietos las vivencias de una larga vida es un gran regalo, especialmnete si esas historias no podrán llegar a oídos de esa descendencia por boca de su protagonista.
    Una historia muy tierna.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. En la escritura está la solución al problema del tiempo o la enfermedad. Y como dices es un regalo que no tiene precio.
      Un abrazo, Josep

      Eliminar
  20. Acá estoy moqueando, Rita, muy emotivo tu relato, acompañemos a Elisa en esta etapa última de su vida en la cual piensa en los suyos para dejarles sus valiosos recuerdos antes de que desaparezcan, un abrazo!
    P.D. Yo ya tengo comenzado el mío hace rato, tengo que ponerme las pilas para continuarlo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Je,je...yo también lo he empezado, y lo saco adelante a trompicones.
      Un abrazo muy fuerte, Mª Cristina

      Eliminar
  21. Creo que todos llevamos una vocación por escribir, ya fuere para hacerlo permanentemente (no me place el término profesional), por goce, o para como la abuela de tu hermosa historia, Rita,contar sus cosas, ya en estado avanzado de edad. La historia que relatas me ensalma. Cuanto tiene de espontáneo y natural, que se queda en la imaginación del lectora, porque le suscita sus propias imágenes, desde eso que llaman nostalgia. UN abrazo. Carlos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias, Carlos, por este comentario tan bonito. La verdad es que la escritura es un gran recurso que nos saca adelante de muchas cosas.
      Un beso muy grande

      Eliminar
  22. Esta filosofía de nuestros ancestros tiene que volver. Era maravillosa !!!

    Espero que de alguna manera se vuelva a practicar. Ya que la vida nos da sorpresas en cualquier instante, Rita.

    Gracias por compartir este estupendo relato. Buenas noches, buen descanso y recibe un abrazo gigante desde mi costa meiga...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues muchísimas gracias por esta visita, Joaquín. Estoy de acuerdo contigo en que nunca se sabe lo que la vida nos puede traer, y hay que estar preparados.
      Un fuerte abrazo

      Eliminar
  23. Es una historia preciosa Rita, emotiva y con un final que emociona. Qué hermosa esa devoción y el dejar a sus nietos quién era a través de las letras. Que bonito. Muchisimos besos cariño :D

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Buen...la escritura soluciona muchas más cosas de las que pensamos ¡Qué sería de nosotros sin ella!Gracias por acercarte por aquí.
      Un beso muy fuerte, Margarita

      Eliminar
  24. Es un relato lleno de ternura. Precioso.
    Un beso.

    ResponderEliminar
  25. Dejar por escrito a los hijos y nietos las vivencias de una larga vida es un gran regalo, especialmnete si esas historias no podrán llegar a oídos de esa descendencia por boca de su protagonista.
    KiZi

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. La escritura puede solucionar muchas cosas. Una de ellas es que nos sobrevive y ahí quedan nuestros escritos para quien los quiera leer.
      Gracias por tu visita y comentario, Kizi

      Eliminar
  26. ¡Hola, Rita! Encantada de volver por tu "casa".

    Me ha resultado muy gratificante la lectura de tu historia, esa vocación tardía de una abuelita que persigue un gran objetivo: escribir sus memorias para que sus nietos puedan emocionarse, lo mismo que ella, descubriendo esas preciosas historias tan emotivas y amorosas de las que fue protagonista junto a otras personas que construyeron un pasado repleto de luces y sombras, pero que les puede servir como aprendizaje de vida y sabiduría de incalculable valor.
    Te felicito, mi estimada Rita, porque aunque tu modestia y gran corazón, no te lo permita decir, tienes mucha facilidad para trabajar las emociones y construir historias que a nadie dejan indiferente.

    Sí, claro que nos seguiremos la pista, aunque como comento en mi blog, actualizaré con menos frecuencia que en anteriores temporadas, pero tarde o temprano por aquí me tendrás.

    Un abrazo grande.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por este comentario tan bonito, Estrella, y tan alentador para seguir escribiendo. Seguiremos leyéndonos.
      Un abrazo muy grande

      Eliminar
  27. adoro tus escritos me hacen sentir nena de nuevo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues me alegro mucho, Recomenzar. Ya sabes que aquí puedes venir cuando quieras para volver a ser niña.
      Un beso

      Eliminar
  28. Que historia emocionante Rita. Felicitaciones por tu buen hacer. Muchas personas enfermas hacen lo que la abuela, guardar en un cuaderno sus recuerdos para cuando lleguen tiempos de olvido.

    mariarosa

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Así es, memoria puede fallar pero para eso tenemos la escritura, que nos hace "inmortales".
      Un abrazo Mª Rosa

      Eliminar
  29. Mi querida Rita, todas tus historias
    llevan la hermosura que tu pluma pinta,
    escribes muy bello, te felicito sinceramente.

    Besitos dulces
    Siby

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchísimas gracias, Siby, es un placer tenerte por aquí.
      Besos

      Eliminar
  30. Hola, Rita. Que bonito y entrañable relato el que nos cuentas hoy, y que me han traído buenos recuerdos de mis veranos en casa de los abuelos de mi madre, lo digo sobre todo por las comidas, aunque a los niños nos sentaban en un patio del corral, justo al lado de un pozo donde mi abuela decía que vivía un fantasma, y te digo esto, porque mi abuela era la que nos contaba los cuentos, y aunque todos eran de miedo lo pasábamos muy bien, sobre todo cuando corría detrás de nosotros con un pañuelo a la cabeza y una escoba en la mano, haciéndose pasar por bruja.
    Perdona que me haya extendido, y gracias por tu buen hacer.
    Un fuerte abrazo, amiga.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Qué bonitos recuerdos, Manuel!Estas vivencias siempre dejan huella y se conservan en la memoria. Tu abuela debió ser una mujer extraordinaria y me alegro que tuvieras la suerte de conocerla y disfrutar de ella.
      Me ha encantado tu comentario.
      Un abrazo

      Eliminar
  31. Cómo me gustaría ser niña para volver a sentarme en sus rodillas y escuchar cuentos como los tuyos.
    Me dejó su recuerdo y no escribió nunca nada.
    Un abrazo Rita.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡A mí también me gustaría volver a ser niña muchas veces! Sobre todo cuando los problemas me abruman pienso en aquellos años y por un momento me olvido. El mejor recuerdo es el que dejan en el alma.¡Ese no se borra jamás!
      Un abrazo, Airblue

      Eliminar
  32. Un cuento escrito de una manera tan natural y evocadora que me ha proporcionado una pildorita de felicidad muy agradable. El ciclo de la vida está muy presente en tu texto y como evolucionamos con él.

    Un cálido abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues me alegra mucho que te haya traído un poco de felicidad su lectura.
      Un abrazo, Miguel

      Eliminar
  33. Lindo relato. buena iniciativa de la abuelas iempre estará presente cada vez que lean sus historias.
    Recuerdo cuando nos juntábamos todos los nietos en casa de mis abuelos paternos son días para no olvidarlos
    Buena noche. Cuídate.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. El tiempo pasado con los abuelos siempre nos trae recuerdos muy bonitos.
      Un abrazo, Laura

      Eliminar
  34. ¡Qué bella historia, me encanta leerte!
    Yo no pude disfrutar de mis abuelos por desgracia, pero si lo hago de mis nietos ahora que puedo, sobre todo de la benjamina a la que encanta que le cuente historias.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Y el día de mañana ella te recordará encantada. Tus nietos si tendrán la suerte de conocer a su abuela.
      Un abrazo, Musa

      Eliminar
  35. Respuestas
    1. Muchas gracias , Pitt. Encantada de verte por aquí.
      Besos

      Eliminar
  36. Un precioso relato. Yo solo conocí a una abuela, dormía con ella cuando era pequeña y a ella le encantaba que yo le leyera y contara cosas, como a mí que ella también me contara. Besos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Qué bonita esa relación que tenías con tu abuela! Esalgo que nunca se olvida.
      Un abrazo, Teresa

      Eliminar
  37. Que será que nunca olvidamos a los abuelos. Yo a la que más recuerdo es a mi abuela paterna, pasé varios veranos con ellos. Me encantaba ir al melonar donde el abuelo tenía un chozo...que maravillosos años¡¡¡
    Un beso querida Rita.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Qué tiempos! ¿Verdad, Mª Ángeles? Nunca se olvidan y cuando los recordamos producen una sensación muy agradable.
      Un abrazo, querida amiga

      Eliminar
  38. Qué conmovedora historia , ¡es un placer leerte!
    Un abrazo enorme.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias, Sandra. Para mí es un placer recibirte aquí.
      Un beso grande

      Eliminar
  39. Hola Rita corazón aquí estoy una historia bonita para contar siempre o dejarla escrita, la vida es como la narras guardamos recuerdos hasta de la infancia, porque las cosas buenas no se pueden dejar olvidadas feliz tarde gracias por ir a mi rinconcito mientras yo no podía visitaros así que feiz tarde besitosssssssss

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Lo bueno hay que recordarlo siempre, lo malo...es mejor olvidar.
      Un abrazo grande, Embrujo

      Eliminar
  40. Si una enfermedad me condenara al olvido, me gustaría tener tiempo suficiente para recordar lo más y mejor posible. Y seguramente también querría contarlo.

    Bonito relato, Rita. Me conmueve la prisa de Elisa.

    Besos

    ResponderEliminar
  41. A mí también me gustaría recordar lo bueno. La pobre Elisa tenía prisa porque el tiempo no se para por nadie.
    Un beso, Alís

    ResponderEliminar
  42. ¡Qué historia tan bonita! Si todos los recuerdos los pudiésemos dejar escritos para que nuestros hijos o nietos los tuvieran a su disposición para cuando quisiesen leerlos. Cuando han desaparecido de nuestras vidas nuestros abuelos o padres, es cuando echamos de menos recetas de cocina, canciones, nanas, poemas, o vivencias que contaban pero que nosotros, por ser pequeños no les prestábamos mucha atención. En este momento me viene a la cabeza la figura de mi padre diciéndole a mi hermano que se sentase al lado de la cama de mi abuelo y que escribiese todas las historias que él contaba.
    Como es natural, nunca hizo caso, claro que lo podía haber hecho yo o mi padre mismo, pero lo fuimos dejando. Cuando murió mi abuelo se fue con él parte de la historia de la Republica de España y es una pena porque era un tipo muy, muy pintoresco. De todas formas yo guardo muchas de sus historias en mi corazón. Ojalá algún día tenga fuerzas para hacer una novela de su vida.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Qué comentario más bonito! A mí me ocurría lo mismo.Cuando era jovencita mi padre me contaba cosas y yo no prestaba mucha atención, ahora me arrepiento porque podía saber mucho más. Aún así un día cogí y me puse a escribir todo lo que recordaba que me habían contado mis padres y abuelos, hice un pequeño librito y se lo regalé a todos y cada uno de sus nietos.¡Y les gustó!
      Por eso te animo a que todas esas historias que guardas en el corazón las saques afuera y las escribas. Dejarás a tu descendencia un legado precioso.
      Muchas gracias por tu comentario.
      Un abrazo grande, Conchita

      Eliminar
    2. Cómo me ha emocionado tu relato. Qué entereza y cordura la de Elisa, y qué bellísimo texto sobre la infancia y la calidez de los abuelos.
      Un abrazo.

      Eliminar