Toledo se prepara ya para la fiesta más festejada de todas , su fiesta grande, la del Corpus Christi. Las calles toledanas en este momento son un ir y venir de ajetreo, colocando adornos en plazas y calles, y preparándolo todo para la procesión.
Una de las tradiciones más antigua es el desfile de la Tarasca junto con los Gigantes y Cabezudos que desfilan la víspera del Corpus y un rato antes de la procesión para anunciar las fiestas y que hacen las delicias de los niños y también de los mayores..
La Tarasca es una pieza fundamental en este cortejo, es un monstruo verde con forma de dragón con alas y que en el lomo lleva una muñeca que baila, llamada la "tarasquilla",que según cuentan es la representación de Ana Bolena, la mujer que Enrique VIII que provocó el cisma anglicano.
Y, siendo Toledo una ciudad con tanta historia y tradiciones, no es de extrañar que también la Tarasca tenga su leyenda, la cual la vamos a conocer a continuación.
LEYENDA DE LA TARASCA
Corría el siglo XVIII. Las calles de Toledo se engalanaban con mil adornos, flores, lámparas, pendones...y los famosos toldos. El bullicio crecía por momentos y la ciudad se preparaba para vivir su fiesta grande.
Sin embargo no todos estaban contentos, pues se había corrido la voz de que el cardenal Lorenzana iba a prohibir el desfile de la Tarasca, ese ser fantástico con forma de tortuga gigante, cabeza de dragón, cola de escorpón y alas de murciélago, por considerarlo un elemento pagano.
Daniela, Diego y Joaquín, tres muchachitos jóvenes, se encontraban inquietos y contrariados. A los tres les fascinaba aquel monstruo y sentían por él verdadero cariño, y no comprendían cómo este ser de cartón y papel iba a quedar sin salir y sin que pudieran disfrutar de él los niños.
Su peor pesadilla se hizo realidad cuando, pocos días antes de la fiesta, un pregonero anunció que por tratarse de un ser representativo del mal y del Apocalipsis, no solo no desfilaría sino que iba a ser destruído después de las fiestas.
¡Aquello era demasiado! ¡La Tarasca destruída! No lo podían consentir. Había que evitarlo como fuera y los tres amigos quedaron para trazar un plan. Aquella misma noche, cuando todo estuviera en calma, se introducirían por una puerta trasera hasta el lugar donde descansaba el monstruo de cartón y la sacarían con cuidado para llevarla a casa del abuelo de Daniela, que vivía junto al río. Allí la esconderían en un gran almacén de trastos hasta que corrieran mejores tiempos.
Y así lo hicieron.
Mientras Toledo dormía, a la hora convenida, tres sombras abrieron el enorme portón y sacaron al animal. Lo subieron con mucho esfuerzo hasta la Plaza de Zocodover sintiendo que sus fuerzas flaqueaban, pero una vez allí todo iría mejor, pues el camino era cuesta abajo hasta llegar al río. Ya se disponían a bajar , cuando algo imprevisto sucedió. El pestillo de madera que frenaba al bicho se había partido por el traqueteo de la subida y el animal comenzaba a deslizarse calle abajo sin control.
Daniela y Diego se colocaron delante para frenar con sus cuerpos, mientras Joaquín sujetaba por detrás. Todo era en vano, aquel animal iba cogiendo cada vez más velocidad y arrastraba a los muchachos. Varias veces estuvo a punto de estrellarse contra la fachada de alguna casa ante el estupor de los tres amigos. Al fin llegaron al río y pensaron que los lodos y el arenal frenarían la bajada, pero la Tarasca había alcanzado tal velocidad que al llegar a la orilla comenzó a sumergirse entre los juncos y carrizos.
Daniela, Diego y Joaquín lloraban desconsolados dando todo por perdido.
Pero , inesperadamente, el animal, como si se hubiera dado cuenta de su destino, no siguió sumergiéndose y quedó flotando en medio de un remanso. ¡Se había salvado!
Y cuenta la leyenda que, a la mañana siguiente, la Tarasca fue rescatada de las aguas por las gentes del barrio, y que el Cardenal, al escuchar el relato de lo sucedido y comprobar que los toledanos estaban dispuestos a todo por salvarla, decidió darle el indulto.
Aquel año la Tarasca no pudo salir en el desfile pues había que reparar sus numerosos desperfectos, pero desde el año siguiente y hasta hoy no ha dejado de pasear por las calles de Toledo haciendo las delicias de todo el mundo, en especial de los más pequeños.
Asi que ya sabéis, si tenéis tiempo y podéis no dejéis de visitar Toledo en esos días de fiesta. Esta todo precioso y es digno de ver. Estoy segura que os gustará.