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miércoles, 30 de diciembre de 2020

EL AÑO QUE SE NOS VA

           Estamos a punto de despedirlo. Quedan poco más de veinticuatro horas para decirle adiós para siempre, y no ha sido un año especialmente fácil.Pasará a la historia, ¡eso seguro!, pero no por haber traído nada bueno sino por ser el fatídico año en el que se desató la pandemia que asoló al mundo entero. Atrás deja un reguero de muertos, enfermos, familias destrozadas, negocios en ruinas, hambre, pobreza...Hay quien está desando que termine, que den las doce campanadas y pasemos al siguiente, como si la cosa fuera tan fácil. No cambiará nada porque pasemos la página del 31 de diciembre al 1 de enero. Seguiremos igual, aunque es cierto que parece que se va viendo un débil rayo de luz con la vacuna. Esperemos que poco a poco tome fuerza y se haga cada vez más grande, pero para eso aún hay que atravesar momentos duros. Vamos por el buen camino , pero aún no se ha acabado. Es necesaria todavía mucha prudencia y seguir poniendo de nuestra parte.

          Por eso,mi deseo para este año 2021 es que volvamos poco a poco a la "vieja normalidad", la que  teníamos en el 2019. Que podamos salir a la calle con libertad, que podamos sentarnos en una terraza sin miedo y sin  tomar precauciones de distancia o mascarilla, que podamos visitar a los seres queridos las veces que nos de la gana, y poderlos abrazar y besar, que podamos salir con amigos y movernos sin restricciones, que aquel que caiga enfermo se pueda curar sin dificultad, que los que han perdido su trabajo o su negocio puedan remontar de nuevo...Y así tantas y tantas cosas que perdimos y ahora anhelamos volver a tener.

          Esto es lo que deseo de verdad, de corazón, y algo me dice que lo lograremos, que el Año Nuevo, aunque tampoco sea fácil, va a ser mejor y en él se irá recuperando lo perdido, quizá más despacio de lo que nos gustaría, pero poco a poco y con buen pie. 

          Por eso brindaré para que esto sea así, y en todas vuestras casas y en todos los hogares del mundo , la salud y la prosperidad empiecen a tener un espacio cada vez mayor

                        ¡FELIZ 2021!

(imagen de la red)






miércoles, 23 de diciembre de 2020

FELIZ NAVIDAD

 PAZ, AMOR, SUERTE, FELICIDAD, SALUD, FUERZA, ILUSIÓN, PROSPERIDAD...

Y TODOS MIS MEJORES DESEOS PARA TÍ Y LOS TUYOS EN ESTA NAVIDAD.



lunes, 21 de diciembre de 2020

CUMPLEAÑOS FELIZ

 

          Me contaron que era domingo, un 21 de diciembre, entre las tres y tres y media de la tarde, en pleno solsticio de invierno, con un frío de muerte en la calle. La matrona auguró un parto lento y difícil, pero no fue así. El camino a la salida me costó un poquito más porque nací de pie. Eso fue todo. Mi abuela lo festejó mucho pues corría la creencia de que a los nacidos de esta manera les esperaba buena suerte en la vida. Mi hermana, en cambio, se acercó hasta donde estaba y mostró una clara decepción ¡Nunca había imaginado que un bebé recién nacido fuera tan feo!

           Así fue mi llegada al mundo, con sus anécdotas, dimes y diretes, como la de cualquier persona. Han pasado ya una friolera de años desde aquello, y hoy se añade uno más. Los vaticinios de mi abuela se han cumplido, pues hasta la fecha la vida no me ha tratado mal.  Sigo aquí, contenta de cumplir un año más y poderlo celebrar con todos vosotros. Pero basta de cháchara...

          Os dejo esta tarta para que os comáis un trozo. Podéis coger lo que queráis. No se acaba nunca y además no engorda. ¡Las cosas buenas de la red!


y lo podéis acompañar con té o café







¡A DISFRUTAR!


domingo, 13 de diciembre de 2020

"LA NOCHEBUENA SE VIENE..."

 (Imagen de la red)
            

          Un año más la Navidad está llamando a la puerta. Para los niños tiempo de ilusión, para los mayores quizá no tanto, sobre todo cuando  se  recuerda a los que ya partieron, y si añadimos estos tiempos de coronavirus, no se nos pone muy fácil la cosa. Pero bueno, en cualquier caso hay que estar contentos de estar como estamos, de tener salud y poder una vez más celebrar estas fiestas con los que podamos juntarnos.

          Ayer mismo salí por la tarde-noche a dar un paseo por algunas zonas de la periferia y ví ya todas las luces encendidas con un gran movimiento de gente que se dirigía a la zona centro, en la que estoy segura que no se podía dar un paso. El ambiente es como el de otros años, aunque si me dí cuenta que faltan algunas cosillas, como los mercadillos navideños, los tiovivos para los niños, algún belén de otro...pero la gente tiene ganas de salir, de disfrutar y hacer sus compras, y me parece bien, siempre y cuando se guarden las precauciones necesarias , que eso ya es otra historia. Pero unas navidades sencillitas, con el núcleo familiar un poco más reducido no vienen mal, aunque cada caso es diferente, y en estas cuestiones no se puede generalizar.

          Cuando era pequeña, en la Prehistoria de mi vida, no teníamos ni la mitad de cosas que ahora. No comíamos tanto langostino, ni cordero, ni nos gastábamos la paga extraordinaria en comprar regalos a todo el mundo, pero lo pasábamos bien juntándonos a cenar y cantando luego villancicos con la pandereta o yendo a pedir el aguinaldo a los vecinos. Si conseguíamos alguna pesetilla, íbamos corriendo a gastarla en caramelos, radiantes de felicidad. Era todo más sencillo y se valoraban más las cosas. No habíamos entrado en esta odiosa sociedad de consumo, que nos envuelve aunque no queramos y nos arrastra aún en contra de nuestra voluntad. Si soy sincera, por lo que a mí respecta, hasta me alegro de que el bicho nos haya limitado las reuniones familiares. Celebraré las cenas solo con los convivientes, tan tranquila, en paz y con los que más me importan. Este año me voy a tomar un respiro y disfrutaré todo lo que pueda de unas navidades sencillas, como muchas veces he deseado.

          Bueno, hoy me ha dado por hablar en voz alta con vosotros, perdiéndome entre pensamientos y reflexiones. Podéis estar de acuerdo o no, "para gustos los colores", dice el refrán. Cada uno es libre de opinar lo que quiera, pero eso si, disfrutad el aquí y el ahora que es todo lo que tenemos.

domingo, 6 de diciembre de 2020

FELIZ DICIEMBRE

 


Desde mi ventana observo el paso de los días. Hace solo unas semanas los árboles estaban llenos de hojas. Amarillas, rojizas , marrones...pero todavía se mantenían en pie. Ahora son ya muy poquitas las que quedan y la mayoría de las ramas aparecen desnudas dispuestas a soportar los fríos que se avecinan. Ya han caído las primeras heladas, por algunos sitios nevadas, y el campo ha lucido su blanco manto invernal.

Diciembre es un mes que me gusta, quizá porque en él celebro mi cumpleaños o porque se celebran las entrañables fiestas navideñas o por las deseadas vacaciones . No sé, puede haber mil razones, pero para mí tiene algo especial, y ver esos días blancos, nubosos o con unas nieblas que no levantan en todo el día, me gusta. Creo que si tuviera que poner un color a este mes sería el blanco, sin duda

Es el último de la fila en el calendario, el que despide siempre el año y nos trae sabor a turrón y villancicos, a reuniones con la familia y celebraciones con los amigos. Los días se acortan hasta la mínima expresión y las tardes desaparecen, pero con el frío no apetece salir tanto y se puede aprovechar el tiempo para hacer otras cosas en casa. Eso si se está en el hemisferio norte, porque en el hemisferio sur todos sabemos que es al revés.

Su nombre viene del latín. En tiempos romanos era el décimo mes, de ahí su nombre. Posteriormente el calendario fue reformado por el Papa Gregorio XIII y pasó al duodécimo lugar, en el que se encuentra . Diciembre comienza cada año en el mismo día de la semana que empieza septiembre, y termina en el mismo día de la semana que termina abril.

 ¡Curiosidades que tiene el calendario!

En tiempos antiguos algunos pueblos anglosajones le llamaban " mes del invierno", por ser en este mes la entrada de esta estación. También le llamaban "mes del tronco", porque el 21 de diciembre (día del solsticio de invierno), era costumbre quemar un gran tronco de árbol, como parte de un festival religioso que duraba 12 días.

Este año diciembre y, sobre todo, la Navidad 2020 será un poco distinta. Seguramente hasta pase a la historia, como pasará este año que llevamos. Esperemos que en el próximo se abra un poquito la luz, pero hasta entonces seamos responsables y disfrutemos con mucha precaución.

 ¡FELIZ DICIEMBRE!






viernes, 27 de noviembre de 2020

MAESTRO DE ALMA




 Hola amigos, estoy aquí de nuevo después de un breve paréntesis sin apenas tocar el blog. Algunos problemas en la vista me lo han impedido resultándome muy doloroso  leer y escribir, asi que me he tomado un descanso y parece que estoy algo mejor, aunque sin  hacer demasiadas fiestas, pues es posible que durante un tiempo tenga que estar funcionando a medio gas.

Pero bueno, dejando estos ligeros contratiempos, os cuento que hoy es el Día del Maestro. Ya sé que a algunos os sorprenderá porque cada año se celebra un día distinto y no en todas las comunidades es el mismo, pero hoy es el día de San José de Calasanz, el patrón de los maestros, y es el auténtico día de nuestra fiesta, el que tradicionalmente se celebraba siempre hasta que los políticos decidieron cambiar a la modalidad actual. Y nunca dejo pasar esta fiesta sin hacer mención de ello. Me hubiera gustado sacar algún dibujo chulo con un cuentecito acompañándolo pero no ha podido ser por lo que os he contado anteriormente.

Sin embrago he buscado uno que os va a gustar mucho. Es de un gran dibujante y escritor argentino. Algunos seguro que lo conocéis, Pablo André Mádici ( Brocha). Es una historia en la que muchos docentes seguro que os sentiréis retratados. Espero que os guste a todos.

CIELOS EN LA NOCHE

Preparar el aula para inventar un cielo no es tarea tan fácil. A pesar de haber estacionado su auto en la puerta de la escuela, el maestro tendrá que hacer dos viajes. No le alcanzan las manos para  trasladar todos los elementos que trajo. Varios rollos de tela de un azul ultramar, una escalera, una bolsa negra bastante grande como para llenarla de hojas de eucalipto, un  grabador, una regadera  y una carpeta de radiografías viejas.

La directora no puede creer que esta vez haya llegado tan temprano.

-¡Te caíste de la cama!- le dice con ironía.

 El maestro sonríe. Luego de subir las últimas cosas llena la regadera con agua, después abre la puerta del aula y enciende la luz, uno a uno va sacando los bancos y las sillas para dejar el espacio vacío. Es entonces el momento de las hojas de eucalipto. El maestro da vuelta  a la bolsa y desparrama todo por el suelo. Se divierte como un niño empujándolas con los pies. Debe cubrir toda la superficie. Una vez terminada la tarea, acerca la escalera y va colgando las telas, de tal manera que las paredes y las ventanas quedan todas cubiertas. El lugar se convierte en algo parecido a un teatro antes de la función, nada que recuerde a una escuela.

Después de la primera formación de la mañana, los chicos se dirigen a su aula. Cuando van acercándose se sorprenden y una intriga muy preguntona se apodera de ellos. El maestro les pide que por un rato dejen fuera los útiles. Tienen que entrar sin nada.

Los alumnos van ingresando en silencio para escuchar sus pasos, que esta vez, hacen un ruido distinto, como si estuvieran en un bosque.

-¡Qué lindo olor!,-se oye decir a Lucía.

El maestro les explica que ese día van a dibujar constelaciones. Les pide que con mucho cuidado se acuesten en el piso boca arriba, cierren los ojos y respiren profundamente. Algunos chicos, al principio, se ríen un poco pero es tan hechicero el perfume de los eucaliptos que quedan atrapados por su encantamiento. El maestro empieza a contarles que también hay cielos donde las estrellas se juntan para encontrase menos solas, formando familias llamadas galaxias. Muchas de ellas son muy numerosas, territorios todavía no explorados, por eso la mente humana suele completar con la imaginación aquello que ignora. Con voz pausada les cuenta que cada cultura siempre encontró en el cielo algo muy parecido a un espejo. Veían en las estrellas el dibujo de objetos familiares, dioses mitológicos o animales sagrados. Como esos dibujos que invitan a unir los puntos con líneas para descubrir figuras ocultas. De la misma manera los hombres y las mujeres de todos los tiempos imaginaron diseños al mirar el cielo por las noches. Pronunciaron palabras como Osa Mayor, Osa Menor, Hidra, Flecha, Escudo, Andrómeda, Orión, Sagitario, Dragón o Escorpión. Inventando historias sobre el nacimiento del mundo, la guerra, el amor o la traición.

Cuando termina su relato les dice que no van a dibujar ni pintar hojas, sino que realizarán una obra estelar con sus propias mentes. Enciende el grabador muy bajito. Se escuchan voces de olas  de mar, de vientos lejanos que  viajan con el canto de los grillos, sacude un par de veces las radiografías, y un sonido parecido a un relámpago sobresalta a los niños.

-No abran los ojos- les dice el maestro- es apenas una lluvia pasajera.

Se sube  a la escalera con la regadera y salpica , a penas, unas gotitas sobre sus estudiantes. Mientras va bajando el sonido del grabador muy lentamente les pide que traten en la oscuridad de sus mundos de inventarse un cielo.

Todos los alumnos están muy concentrados. El maestro se sienta en lo más alto de la escalera y los mira. Sonríe, piensa como a veces las apariencias engañan, porque ellos parecen dormidos, pero están soñando. Entonces empieza a imaginar la constelación de cada uno. Los planetas de Pedro quizá sean parecidos a varias pelotas de fútbol de distintos materiales y tamaños. En cambio, por el cielo de Juana deben galopar caballos en el viento. En la constelación de Matías los hombres araña se colgarán de las estrellas, pero Marina habrá soñado un universo lleno de colores con brillantina. En cada uno el maestro, ....galaxias increíbles como si fueran retratos de sus alumnos.

Esta vez no puede evaluar el resultado. Piensa que tal vez no está nada mal pensar en una clase que no produzca respuestas, sino que festeje la formulación de alguna buena pregunta.

Habiendo hecho todo lo que debía, el maestro tuvo el deseo de vivenciar su propia exploración. ¿ Por qué no prestarse también la juego? Se acostó en el piso, cerró los ojos mientras sentían las caricias del perfume de los eucaliptos. Dibujó con la mente el autito preferido de su infancia, que ahora ocupaba la noche de aquel cielo oscuro.

Pablo Andrés Médici ( Brocha)


¡FELIZ DÍA A TODOS LOS DOCENTES!




domingo, 15 de noviembre de 2020

DE LA PESTE NEGRA AL CORONAVIRUS

 


          Leyendo un antiguo libro de historia, me ha llamado la atención, seguramente por las circunstancias que estamos viviendo, las epidemias que tuvieron lugar en siglos pasados. Una de las más importantes fue la de peste negra que se produjo a mediados del siglo XIV y que no respetó ninguna clase social, aunque se cebó, como es natural, en las más desfavorecidas por carecer éstas de las reservas y defensas que da una buena alimentación.

          Toledo debió ser una de las zonas más castigadas del país, tanto es así que en 1354 se habla del "arraval de la mortandat", que debió ser alguna zona donde sus vecinos quedaran diezmados. Es muy difícil conocer la cantidad de muertos por la falta de documentos, pero si se sabe que debió ser espantosa por unos epitafios hebreos en los que se puede leer. " ¿acaso hemos de perecer todos?". Y a través de estas inscripciones se puede vislumbrar la cantidad de vidas que quedaron truncadas de todas las edades y condiciones sociales y económicas.

          Otra epidemia que también hizo estragos fue la de cólera de 1830. Desde diferentes  pueblos se enviaban a la capital cartas desesperadas solicitando algún médico que pudiera asistir a los enfermos. Hasta uno de aquellos lugares perdidos en la miseria, llegaron dos carmelitas descalzos para socorrer espiritualmente a sus gentes. Y lo que allí vieron les dejó terriblemente impresionados, con el corazón encogido. Nada más entrar al pueblo salieron todas sus gentes en tropel a besar los crucifijos y ponerse de rodillas. Estaban desesperados y presos del pánico porque todos cuantos caían enfermos morían en un plazo de 24 horas.  En una sola hora confesaron y dieron la unción a cuarenta y dos, y por las calles salían a cada paso buscándolos para llevarlos a las casa. Consternados por la situación escribieron una carta a las autoridades pidiendo ayuda, pues el desconsuelo era tan grande que, ellos mismos ya no sabía qué hacer.

          Ahora estamos en otra epidemia, la del Covid-19 del año 2020, que afortunadamente no es tan mortal. Pensábamos que ya en el siglo XXI lo tendríamos todo controlado, pero a la vista está que no es así. Incluso ahora es mucho más fácil su propagación por todo el planeta a través de las comunicaciones y los transportes. Sin embargo ahora tenemos más recursos, más medios, sabemos más de las enfermedades y su trasmisión, y por consiguiente podemos protegernos mejor. Si a nuestros antepasados les hubieran dicho que podían salvar la vida respetando las distancias o siguiendo unas medidas higiénicas concretas, lo hubieran hecho sin pensar dos veces. ¿Por qué nosotros no lo hacemos igual? Todavía sigo viendo en la calle gente que no se pone la mascarilla, veo a los niños jugando en los parques todos juntitos sin ningún tipo de medida , veo a los padres tranquilamente sentados en el kiosko, todos apelotonados conversando, veo que se han cargado los precintos de ciertos lugares para entrar, hacer botellón, fiestas en las casas...¡Seamos un poquito más responsables!

          De acuerdo que las autoridades no están haciendo una buena gestión y que hay muchas cosas que tendrían que mejorar ( eso daría para hablar largo y tendido), pero al menos, lo que esté en nuestra mano hacer, ¡hagámoslo! Y si con ello evitamos contagios y muertes...¡Mucho mejor!




domingo, 8 de noviembre de 2020

CARTA DE UN FANTASMA ENAMORADO

 


Dicen que noviembre es el mes dedicado a los muertos. A mí, personalmente, me gusta ser un poco más positiva y pensar que también se celebra el Día del Niño, de la Música, del Maestro...Pero como estamos en época de misterio, os dejo este pequeño relato para entreteneros. Y os dejo también el calendario de este mes.

       CARTA DE UN FANTASMA ENAMORADO

¡Adiós pandilla de idiotas! Me despido de vosotros para no volver nunca más. Hoy es el día más feliz de mi vida . Hoy voy a dar cerrojazo a esta existencia que llevo de penurias trasnochadas. Hoy voy a reunirme con mi amada, el ser más maravilloso que haya pisado la tierra. ¡ Y lo digo yo, que llevo 250 años vagando por ella! Ya no tendré que aguantar vuestras impertinencias, ni que me invoquéis a cada momento perturbando mi tranquilidad, ni que contéis sobre mí un montón de falacias sin sentido alguno. Desapareceré para siempre de vuestras vidas y vosotros de la mía, por fin quedaré libre y en paz para poder iniciar un nuevo camino a su lado.

Nuestra historia comenzó muchos años atrás, cuando compró el palacete que yo habitaba y que nadie se atrevía a ocupar por las historias que circulaban sobre él. Sin embrago a ella, mujer valiente y decidida, eso no le importó. Al principio pensé que sería una inquilina más y que saldría corriendo antes de la tercera noche cuando me sintiera salir a dar mi paseo nocturno por el jardín, pero no fue así. Tampoco se asustó cuando escuchó los golpes que salía dar a la pared como ejercicio matutino, ni mis suspiros producidos por la pesadumbre de vivir en soledad y apartado de todo. No, no se asustó con ninguna de las cosas que habitualmente hacía y que causaban terror en todos los que por allí habían pasado.

Tengo que decir que aquello despertó mi curiosidad, y entonces empecé a espiarla. Salía todas las mañanas a la misma hora con un gran carpetón en la mano, imagino que iría al trabajo  y ya no regresaba hasta media tarde. Al atravesar la puerta tiraba los zapatos en medio del salón y se iba derecha a la cocina a prepararse un café que se bebía mirando las hortensias de la ventana. El resto del tiempo leía, escribía en esa máquina del diablo que no necesita papel ni pluma o hacía suaves ejercicios físicos en la alfombra del salón. Algunas veces recibía visitas ,  cada vez menos porque se corrió la  voz de mi presencia en el lugar y eso les asustaba. Hasta ahí, todo era normal, aunque si digo la verdad me atraía su manera hacer las cosas y, sobre todo, el hecho de que no me tuviera miedo me hizo sentir una clara simpatía hacia su persona, pero cuando la oí tocar el piano del salón, ya si que me desarmó por completo y caí rendido a sus pies. Al día siguiente quise hacerme notar para que supiera que la había estado escuchando y que me había regalado unos minutos maravillosos que hacía muchísimos años que no podía disfrutar.. Entonces salí al jardín, recogí el aroma de las flores que flotaba en el aire y lo esparcí por su habitación. Ella, con sus grandes dotes intuitivas y su inteligencia vivaz, captó el detalle, y sin asustarse, plenamente convencida de mi presencia, cogió una tarjeta de las que había sobre la mesa, y escribió : "¡GRACIAS!"

Aquello me llegó al alma y se despertaron en mí sentimientos que pensaba muertos para siempre. Me enamoré como un adolescente. ¡A mi edad! Y después de tantos palos como me había llevado con todos aquellos inútiles que venían a importunarme llenos de aparatos diabólicos para que les dijera algo. Prefiero no acordarme.

Ella era distinta y nos enamoramos los dos como niños en la escuela. Esperando con ilusión el momento del reencuentro, que solía ser a la caída de la tarde, cuando terminados sus quehaceres del día,  se ponía a tocar el piano, y yo, en un rinconcito, la escuchaba sin hacer ruido. Luego, por la noche, me tumbaba junto a ella y dejaba que me contara muy bajito sus preocupaciones e inquietudes. Después la tomaba de la mano para trasmitirle sensaciones de paz y bienestar. Y muchas veces quedaba dormida conmigo de esa manera.

Para mí solo trascurrieron unos años más, para ella fue la mitad de su vida. Con el paso del tiempo envejeció, sus cabellos se volvieron de plata y la energía la fue abandonando. Siguió con su costumbre de tocar el piano, pero ya no podía subir bien las escaleras y los dolores de espalda la tenían postrada en el sofá muchas veces. Yo sufría lo indecible al ver su deterioro y no poder hacer nada, ni tan siquiera podía ayudarla con las tareas cotidianas de coger las bolsas de la compra o tender la colada, que tanto le costaba. Esta fue la peor época que pasamos.

 Hoy, por fin , ha muerto. Su cuerpo reposa frío e inerte sobre la cama que tantas veces fue testigo de nuestro amor a la luz de la luna. Mañana, la señora de la limpieza, la descubrirá y se llevará un susto de muerte, saldrá corriendo conmovida para avisar del suceso, y todos llorarán la pérdida de una mujer tan singular.

Pero cuando eso llegue, nosotros ya estaremos lejos, muy lejos, atravesando el universo con las manos entrelazadas al fin. Juntos por toda la eternidad. Diciendo adiós a este mundo cruel al que no volveremos jamás.





domingo, 1 de noviembre de 2020

DIA DE DIFUNTOS

 



Ese día la abuela se levantaba temprano y preparaba un bolso con todos los útiles de limpieza y otro con la comida. Se ponía su chaqueta gorda de lana, entregaba al abuelo la suya de paño y salíamos los tres a buen paso.

A mí me encantaba ir con ellos. Me parecía una especie de aventura, por eso iba contenta, agarrada siempre de su mano. Teníamos una buena caminata hasta llegar al cementerio, que estaba a las afueras, y entonces no había autobuses como ahora.  Todos los recorridos se hacían a pie. Íbamos acompañados de numerosos vecinos que también se dirigían al mismo lugar y con el mismo fin.

En la puerta, antes de entrar al Camposanto, parábamos a comprar un ramito de flores frescas en alguno de los puestos ambulantes que ese día se colocaban a la entrada. Había gente que compraba ramos muy bonitos y flores sueltas para forrar con sus pétalos la sepultura de sus seres queridos. El abuelo, en cambio, era más austero y compraba solo el tradicional  ramo de crisantemos y crestas.

Luego, una vez dentro, recorríamos un laberinto de pasillos llenos de tumbas a un lado y otro, hasta llegar a la nuestra. Y yo no hacía más que preguntarme cómo diablos los abuelos podían dar con el lugar exacto de la sepultura en medio de tantas lápidas amontonadas, todas igualitas y puestas en la misma dirección. ¡Era algo asombroso! Estaba convencida de que cuando fuera mayor y lo tuviera que hacer sola, no sabría llegar de ningún modo y tendría un serio problema porque me perdería con toda seguridad, y no había cosa más terrorífica que perderse entre los muertos.

Y mientras hacía aquellas reflexiones tan serias y trascendentales , la abuela, ajena  a mis preocupaciones, ya había sacado del bolso los detergentes y el cepillo de raíces, y ella por un lado y el abuelo por otro, se disponían a frotar la piedra con ahínco hasta arrancar de cuajo todo el verdín acumulado durante meses y dejarla reluciente. Después aclaraban con varios cubos de agua y frotaban con un paño para sacar brillo y dejar bien visibles las letras.

 La abuela, en medio de sus tareas, me contaba que allí estaban enterrados sus padres, que murieron muchos años antes de que yo naciera y fueron los pilares en los que se asentó  nuestra familia. Vinieron de un pueblo cercano y se establecieron en la ciudad después de una vida dedicada al campo. Se manejaban bien económicamente y pudieron comprar una buena casa en pleno centro. Allí terminaron su existencia apacible y allí vieron la luz varias generaciones posteriores. Yo escuchaba atenta pero sin entender la mitad de las cosas y sin imaginarme como podían haber sido aquellos dos señores que estaban allí enterrados. ¡Aún era demasiado joven para saber, si quiera, lo que era un recuerdo!

Y en aquellos trajines de ir y venir, de limpiar y arrancar malas hierbas, de recuerdos y oraciones, transcurría la mañana y llegaba pronto la hora de comer. Para entonces el trabajo ya había quedado hecho y al sol tibio de otoño comíamos lo que había preparado en el bolso, generalmente algo de fiambre que no se echase a perder. Alrededor nuestro, otras familias hacían exactamente lo mismo, y aquello se convertía en una especie de romería especial, en la que no había risas, ni música, ni alegría, pero sí mucha gente que hablaba con sus muertos y los recordaba perturbando la paz y el silencio que reinaba en el lugar el resto del año.

Por la tarde rezábamos el rosario alrededor de la lápida limpia y adornada. También había misa en la pequeña iglesia situada a la entrada, en mitad de un pequeño jardín. Decían varias a lo largo del día y las campanas, a menudo, tocaban a muerto, de una forma lenta y pausada, invitando al recogimiento.

 Luego llegaba el turno de las visitas a otras familias conocidas, se saludaban unos a otros,  se rezaba alguna oración por sus difuntos,  y se evocaban viejas remembranzas. Esto era lo que más me gustaba porque a veces ocurría, que en el paseíllo, encontraba algún que otro niño con el que poder distraerme, aunque fuera de forma muy discreta, pues los mayores en seguida nos reprendían y recordaban que estábamos en un lugar sagrado y no se podía reír ni dar escándalo.

 Así iba pasando el día, y cuando el sol rozaba el tejado de la iglesia y la temperatura descendía, era el momento de recoger los bártulos y regresar a casa. Una vez allí, la abuela ponía unas lamparitas encendidas en aceite y las dejaba toda la noche.

Para los abuelos había sido un día de rezos y recuerdos que se perdían en el tiempo, para mí tan solo un bonito día de fiesta que había pasado con ellos, y que ahora, a su vez, también ha quedado en mi memoria.




domingo, 25 de octubre de 2020

NOCHE DE HALLOWEEN PARA NIÑOS

Este año lo niños no podrán celebrar su fiesta de Haloween como otras veces , por eso he pensado en ellos y aquí va este pequeño trabajo para entretenerlos.
Espero que les guste

Esta es Calamidad Calambres, una bruja normal y corriente, de las muchas que te puedes encontrar por la calle cuando paseas en noches de luna llena.
Vive en una casita cerca de Villa Tenebrosa cultivando hierbas para sus pócimas y hechizos.

Este año no podrá celebrar las fiestas de Halloween como es habitual, pues una epidemia de catarro moqueril se ha extendido por todo el pueblo, y el Conde Drácula, que es el alcalde, ha ordenado que todo el mundo permanezca en sus casas.
Así pues, Calamidad ha tenido que recoger el precioso vestido de harapos negro que tenía preparado para la fiesta y resignarse.
Son las seis de la tarde y está viendo en la televisión la serie "El cortador de cabezas", cuando llaman a la puerta. Un poco fastidiada va a abrir y se encuentra...¡Con su amiga Clotilde Rompescobas!
-¡Sabía que estabas aburrida y he venido a solucionarlo!- le dice muy contenta.
-¿Pero si no podemos ir a ningún sitio?- contesta sorprendida Calamidad.
-¡Ni falta que hace!Porque aquí traigo la solución.
Y le enseña un fabuloso libro de recetas, lleno de polvo y telarañas, con más de mil seiscientos años a sus espaldas, procedente de antiguas brujas y que ha pasado de madres a hijas.
Calamidad no parece muy convencida, pero como no hay otra cosa que hacer se van las dos a la cocina. Y comienzan las tareas preparando ingredientes, haciendo masas, caldos, revueltos...
Aquí tenéis algunas de las comidas que las brujas preparan en su caldero y que vosotros mismos podéis hacer en esta noche oscura y fantasmal.

Al terminar, Calamidad y Rompescobas están terriblemente cansadas, asi que se van a la salita a degustar lo que han hecho. ¡Y se ponen ciegas! ¡Está todo tan rico!
Pasan la noche comiendo, contando chistes negros y tomando un rico licor de jugo de murciélago. Están agotadas , pero se lo han pasado ¡tan bien!, y piensan que tampoco ha sido tan mala idea esto de quedarse en casa.

                                               ¡¡FELIZ HALLOWEEN!!








 

domingo, 18 de octubre de 2020

VALORES EN DECADENCIA

 

Ayer recibí un mensaje de mi sobrina, muchos años dedicada a la docencia en institutos y que hacía las siguiente reflexión:
" Comenta mi madre que cuando ella era niña la gente se esforzaba mucho por escribir sin faltas de ortografía o por aprender a leer, porque no saber hablar o escribir con corrección era algo avergonzante. Se valoraba por aquel entonces la educación. Ahora tenemos todos los medios, pero nos recreamos en lo vulgar, en la mala educación, en las faltas de ortografía. Es el desprecio y la ridiculización de la excelencia, de cualquier cosa que huela a normas o a esfuerzo. Los dos factores por los que quizá nuestra civilización llegó donde llegó.
Por otro lado, cuenta mi padre que mi abuelo iba a la escuela del pueblo, sin medios, en tiempos de pobreza extrema, siendo ciento treinta niños de todas las edades en el mismo aula con un solo maestro. Faltaban la mitad de los días porque tenían que ir a trabajar al campo. Sin embargo mi abuelo creció con una sólida formación multidisciplinar y, comenta mi padre,, que sabía más de Historia que mi abuela, que era maestra. Eran otros tiempos, se valoraban otras cosas. Nadie quería ser analfabeto. 

Ahora muchos alardean de su ignorancia.
Como profesora, después de aprobar unas oposiciones durísimas tras  muchos años de estudio y sacrificio, me siento estafada teniendo que derrochar talento, tiempo y energía en un sistema que hace aguas por todas partes, donde el alumno estudioso es impopular, donde los padres se te echan al cuello si eres exigente a la hora de evaluar y donde también se pasa de curso con asignaturas suspensas ( o, lo que es peor, aprobadas gracias a un forzado "empujoncillo" de un 4 ficticio, conseguido por no tener "x" faltas de asistencia sin justificar,por no destrozar el material del aula o por estar callado un día de cada cuatro como único mérito) al 5, tras las presiones de la Inspección o de tus compañeros en la sesión de evaluación.
Lo mejor de todo es que , después de replantearte tus principios morales, devanarte los sesos y hacer encaje de bolillo para  poner el dicho 5, el alumno, indiferente, ni se alegra ni mucho menos te lo agradece.

Uno se pregunta cómo el Imperio Romano, culmen de la civilización antigua, pudo sucumbir a manos de pueblos bárbaros atrasados, violentos rudos y rurales. Si me permitís la simplificación, fue algo así: tras alcanzar el pleno desarrollo económico, político, social y cultural, los romanos decidieron que ya tenían todo lo que necesitaban, que era hora de dejar de esforzarse y empezar a vivir. Pronto empezaron a exigir al Estado, no solo que los mantuviera, sino que los entretuviera ( pan y circo). Y así llegó la decadencia total, en todos los ámbitos, aprovechada por civilizaciones primitivas que vieron la ocasión perfecta para invadir el Imperio y acabar con los siglos de esplendor que lo caracterizaron.
Así está Europa, así está España también, a punto de  ser devastada y devorada por civilizaciones sin complejos que no tienen nada que perder y mucho que ganar. Mientras tanto, nosotros pidiendo pan y circo."

Esta reflexión me la envió mi sobrina ayer, muchos años dedicada a la docencia en institutos. y gran conocedora de lo que adolece  en ellos.Al terminar de leerlo me pareció que no estaba falto de razón, por lo menos en lo que atañe a la escuela que es donde me he movido siempre y de la que puedo hablar con conocimiento de causa. La escala de valores que tuvieron nuestros mayores ya nada tiene que ver con la de ahora. Los padres ya no educan a sus hijos para el respeto, el esfuerzo, la responsabilidad...Los niños de hoy no saben responder ante la adversidad porque se lo damos todo hecho. Porque cuando sufren una contrariedad en el colegio o en el barrio con algún amigo, a los padres les falta el tiempo para ir a protestar donde sea, sacando pecho por su hijo sin saber bien si ha sido el verdadero responsable de lo ocurrido. Hay excepciones, naturalmente, pero la tónica general y lo que los docentes vemos en las aulas es el fiel reflejo de lo que pasa fuera. Nos creemos mejores padres por dar todo a nuestros hijos y estamos equivocados.Lo que hay que hacer es enseñarles a vivir, a saber sufrir y salir de las contrariedades que van a tener sin duda alguna, a disfrutar de las pequeñas cosas y no de imposibles que no están a nuestro alcance, a respetar  a sus mayores y el legado que nos dejan, a valorar el esfuerzo para conseguir las cosas, a ser responsables y consecuentes con sus acciones...
Algún día nos tendremos que dar cuenta, pero quizá sea demasiado tarde, o cambiamos esta dirección ahora o terminaremos como el Imperio Romano.


domingo, 11 de octubre de 2020

ÉRASE UNA VEZ...LA TELEVISÍON

 


Corrían los años sesenta. Yo todavía era una niña muy pequeña y los recuerdos a veces son un poco confusos, me vienen como a llamaradas, cosas puntuales pero que cuando las pienso parece que las estoy viendo como en una pantalla.

Eran los años de la prosperidad. España salía del oscuro episodio de la postguerra y se adentraba hacia un futuro esperanzador, sobre todo  para las sufridas clases medias que tantas penalidades pasaron en la época anterior.

Mi familia, perteneciente a ese colectivo, iba también abriéndose camino y prosperando poco a poco. Vivíamos en un barrio muy céntrico del casco antiguo, entre la Catedral y el Alcázar, a un paso de la Plaza de Zocodover y del Mercado Central. Disponíamos de casa propia. Una casona típica que se dividía en varios pisos que estaban alquilados. Las rentas que eso producía junto con los trabajos de mis padres, hizo que pudiéramos vivir de manera desahogada. Nunca nos faltó, pero tampoco nos sobró para grandes caprichos.

Así pues, mi padre siempre fue muy dado a comprar los últimos artilugios que salían al mercado, y un día de aquellos llegó a casa con una televisión., que por entonces, no la tenía casi nadie en el barrio. En mi casa no había ningún vecino que lo tuviera y que yo sepa por los alrededores tampoco. Era de la marca Marconi, lo recuerdo como si la viera, las imágenes en blanco y negro, como no podía ser de otra manera. A veces se veían un poco borrosas, cuando las antenas que tenía arriba, como una especie de cuernos, no cogían bien la señal. Esa fue de las primeras que salieron y se vendieron en el país, después aparecieron otras más modernas. Las antenas de cuernos fueron sustituidas por otras que se  colocaban en lo alto de terrazas y azoteas, a medida que las iba adquiriendo más gente.

 Sólo se podía ver por la mañana y por la tarde, por las noches no había programas, y si la encendías solo salían  un montón de puntitos negros. Un poco antes de comenzar la emisión del día salía la carta de ajuste, una imagen fija con un redondel y en su interior las letras TVE. Eso quería  decir que media hora después empezaría la emisión y ya no paraba hasta las doce de la noche, cuando salía la bandera de España con el himno nacional. Después de eso se acababa todo hasta el día siguiente.

A mí me encantaba verla un poquito por las tardes, cuando ponían los dibujos animados del Oso Yogui, Los Picapiedra, Los Chiripitiflaúticos, con Torrebruno, Valentina y el Capitán Tan, la Señorita Berta y su perrita Marilín, Félix el Gato...Los sábados había un programa de canciones y bailes que a los mayores les gustaba mucho, se titulaba ESCALA EN IFI, y como los vecinos de los alrededores no tenían aún el aparato se venían a casa a verlo, como si fuera una gran novedad. Y todos alrededor de la televisión no dejaban de admirar ese gran invento.



¡Qué tiempos!¡Cómo han cambiado las cosas! ¡Quién nos iba a decir que las televisiones iban a quedar anticuadas y que vendría otros aparatos del infierno ( ordenadores, tablets...) a ocupar  un lugar preeminente en nuestros hogares. Dentro de cincuenta años los niños de hoy hablarán de ellos como cosas del pasado, y qué será lo que se lleve entonces. Aunque a juzgar por los nuevos avances tecnológicos se puede uno hacer una idea.

¿Y vosotros, qué recordáis de la televisión de antes?










domingo, 4 de octubre de 2020

LA CASA DE LAS CADENAS

 



          Si alguna vez pasáis por Toledo no podéis dejar de visitar el Monasterio de San Juan de los Reyes. Fue mandado construir por los Reyes Católicos para conmemorar la Batalla de Toro y el nacimiento del príncipe Juan. Además los reyes tenían intención de convertirlo en mausoleo real, pero después, la Conquista de Granada les hizo cambiar de planes. A parte de ser uno de los monumentos más representativos del arte gótico isabelino en la ciudad, llama la atención de los visitantes unas extrañas cadenas que hay colgadas alrededor de su fachada, y cuya historia os voy a contar.

          Hubo en tiempos de Isabel y Fernando en Toledo, un afamado herrero de cuyas sus manos salían trabajos que nadie podía igualar. Rejas , aldabones, celosías, espadas...de belleza sin igual, y todos los nobles de las ciudad le hacían a él sus encargos con la tranquilidad de que quedarían plenamente satisfechos con el trabajo.

          Ismael, que así se llamaba el herrero, era judío converso, hecho que despertó en principio algunos recelos pero que después fueron pasando hasta conseguir el sincero aprecio de sus vecinos y también el de un importante noble que le cedió una gran mansión para que instalara allí su casa y taller. Contaba la casa con un amplio y luminoso patio donde el herrero junto con sus ayudantes  trabajaba sin descanso para atender los numerosos pedidos que se hacían.

          Corrían los últimos años del siglo XV, y los Reyes Católicos andaban enfrascados en  la larga y costosa Conquista de Granada, por lo que sus ausencias, lo mismo que las de muchos nobles eran prolongadas, y la ciudad se encontraba medio vacía, sin su alegría habitual. Sin embargo la actividad en el taller de Ismael no cesaba, su fragua no descansaba ni un momento, ni de día ni de noche, especializándose en la producción de cadenas. Los vecinos comenzaron a notar una extraña producción de las mismas y se quejaban del gran trasiego que había de carros cargándolas para llevarlas a algún sitio que desconocían. Se rumoreaba que iban a Granada pero sin saber para qué o para quién.

          Así transcurrió mucho tiempo, hasta que el enigmático tráfico quedó al descubierto, cuando  terminada la guerra, los primeros cristianos cautivos liberados por los Reyes Católicos volvieron a la ciudad. Uno de ellos mostró los hierros que le habían aprisionado en las cárceles  nazaríes, y los toledanos allí presentes reconocieron las inconfundibles formas del herrero, su vecino.

          Se desconoce lo que fue de él. No se sabe su huyó o fue ajusticiado, pero lo que si nos ha quedado es su casa: La Casa de las Cadenas, en pleno barrio judío. Hoy convertida en Museo.

          Y también las cadenas del Monasterio de San Juan de los Reyes, pues al terminar la guerra y liberar a miles y miles de cristianos cautivos, los Reyes Católicos, como recuerdos a su sufrimiento mandaron colgarlas de los muros del monasterio , y en ese lugar se pueden ver en la actualidad.


Y esta es la historia. Espero que os haya entretenido. 
Y ya aprovecho para dejaros el calendario de este mes.


















domingo, 27 de septiembre de 2020

UNA GRAN ILUSTRADORA: MÓNICA CARRETERO

 


Hoy vamos a descubrir a una de nuestras más sobresalientes ilustradoras: Mónica Carretero. Hace tiempo que conozco sus dibujos y , la verdad, es que me fascinan  por su colorido y su gran imaginación . Siempre invitan a ver el lado alegre de la vida.

Mónica nació en Madrid, aunque hace muchos años que vive en Segovia. Comenzó como diseñadora gráfica y haciendo tartas en un  salón de té, pero su pasión por el dibujo y la ilustración le hicieron dedicarse a ello de lleno.

De forma autodidacta bebió de las fuentes de otros dos de los grandes, Ana Juan y José Ramón Sánchez, a quien muchos conoceréis de la televisión y el programa que se emitía por los años 80 titulado El Kiosko.

 Ha escrito e ilustrado decenas de libros, colabora con varias revistas españolas y americanas, ha recibido premios en España y fuera de ella y últimamente también realiza trabajos de decoración, juegos, textiles...

Mónica trabaja varias técnicas, pero la que utiliza con mayor frecuencia es la acuarela

Ella siempre dice que esta profesión le da la vida y que lo mejor que puede hacer en pasar el tiempo dibujando e inventando historias.

 Vamos a ver sus trabajos, luego me diréis que os parece.
































domingo, 20 de septiembre de 2020

EL OTOÑO QUE NOS VIENE

 




          Las vacaciones pasaron y el verano parece ser que también, ahora toca coger la chaqueta y el paraguas y salir a pasear observando el cambio tan extraordinario que sufre la naturaleza por estas fechas.

          Este año el otoño comenzará el 22 de septiembre en el Hemisferio Norte y durará 89 días y 20 horas, finalizando con el solsticio de invierno, el 21 de diciembre.

         Hace tiempo que ya notamos los días más cortos y las noches más largas, ya apetece arroparse un poco en la cama, sobre todo los que hemos pasado los terribles sofocos del verano. Vemos como los días se igualan a las noches hasta que llegue el esperado equinoccio el próximo martes, y los dos sean exactamente igual.

          Atención también a los que les guste la luna porque en esta estación, cuando tengamos la suerte de ver la luna llena o Luna de las Cosechas, el 1 de octubre, tendrá una luminosidad especial y no nos lo podemos perder.

          Pero no solo debemos mirar la luna llena, hay que mirar el cielo siempre, de noche porque las estrellas están  preciosas, y día, porque el colorido que nos ofrece es realmente maravilloso, especialmente a la salida y la puesta de sol. Los tonos rojizos, anaranjados, violetas...nos ofrecen un espectáculo sin igual. Y si a eso se añade el color que van tomando los árboles y toda la naturaleza en general, pues aún resulta más extraordinario. Personalmente, si por algo me gusta el otoño es precisamente por sus colores. Y como soy de madrugar no me pierdo ni un solo amanecer.

          Muchos animales se preparan para la hibernación, otros se marchan de veraneo hacia tierras más cálidas, como es el caso de las aves.  A mí me encanta verlas al atardecer, atravesar el cielo todas juntitas, volando en forma de uve hacia la dirección del sol, emitiendo unos atractivos graznidos que parece que nos dicen "¡adiós, hasta la vuelta!".

          Y ahora viene lo más interesante para los nacidos en esta estación, que sé que sois algunos de los que pasáis por aquí. Me he enterado que según un estudio hecho por la Universidad de Chicago, los bebés nacidos en estos meses tienen más posibilidades de llegar a los cien años que los que han nacido en otra estación ¿Por qué? ¡Pues vaya usted a saber! Las estadísticas así lo demuestran, es todo cuanto se sabe. Pero que no cunda el pánico entre los demás, que llevando una vida sana ( ejercicio, dieta, controles médicos...)se puede lograr exactamente lo mismo.

          ¡Y qué más deciros! Solo que os animo a disfrutar de este tiempo que nos viene, que viváis el momento con ilusión y esperanza, y que pese a los malos tiempos que corren, podamos sacar lo bueno.

                                                                                   

                  ¡¡¡FELIZ OTOÑO!!!







domingo, 13 de septiembre de 2020

LA VOCACIÓN TARDÍA

 Rest and reading in the afternoon / Reposo y lectura en la tarde (ilustración de Marcos Llussá)

                                                         (imagen de la red)

    LA VOCACIÓN TARDÍA

          Elisa nunca había escrito nada más allá de las cartas que, por su trabajo de administración, se vió obligada a hacer en su vida laboral, pero escribir historias o contarlas nunca se le dio bien, para eso ya estaban los grandes escritores de los que ella era una lectora empedernida.

          Sin embargo, de un tiempo a esta parte, se había hecho con un pequeño cuaderno y escribía en él sin parar todo el día. Sus hijos no comprendían esa vocación tardía que había surgido en su madre  de la noche a la mañana, ni se imaginaban que podía estar escribiendo a todas horas con el bolígrafo en ristre y sin coger el ordenador, que resultaba mucho más fácil, aunque bien es verdad que, desde que se jubiló había perdido mucha destreza con las teclas.

           ¿Pero qué escribiría con tanto interés que hasta se olvidaba de comer y dormir?

          "Siempre esperaba con ilusión que llegara el domingo. Era mi día favorito de la semana porque comía con los abuelos. Las comidas en casa de los abuelos me lo pasaba tan bien que si tuviera que definir lo que es la felicidad sin duda me referiría a ese momento  de mi vida.

En verano nos juntábamos en su casa toda la familia. En aquel cigarral grande  en mitad del monte, lleno de árboles frondosos que  con su sombra ofrecían un alivio al calor sofocante de la estación estival, que por allí se vivía con gran intensidad.

          El salón era amplio , orientado a poniente y tenía una vitrina muy llamativa en la que el abuelo iba poniendo todos los recuerdos que traía de sus viajes. En el centro estaba la gran mesa de roble donde comían los mayores, a nosotros, los niños , nos colocaban en una supletoria que ponían al lado, solo para ese momento. Allí me sentaba yo, con mis primos, pero siempre al lado de Carmencita, la hija mayor de mi tía Carmen, con la que compartía edad, colegio y todos los secretos e inquietudes propios de la niñez.

          Entonces, una vez colocado todo el mundo,Marita, la cocinera de la abuela, iba sacando los guisos en una gran fuente muy bien presentada, y uno a uno nos servía teniendo en cuenta las preferencias. Yo, que era mala comedora, estaba deseando que llegara el postre porque siempre preparaba aquel pastel de chocolate con nata que estaba para chuparse los dedos. La alegría , las risas, las pequeñas peleas entre primos regaban la mesa dándole un sabor dulce y entrañable, que ahora al recordarlo me hace ¡tan feliz!

Después de comer, el abuelo con su enorme bozarrón decía:

"¿Quién se quiere echar la siesta conmigo?"

          Y una hilera de mocosillos le seguíamos entre gritos para ver el que se hacía notar más.

          Nos juntaba a todos en el porche y nos contaba sus hazañas vividas en sus largos viajes por el mundo. Nosotros le escuchábamos fascinados y sin  pestañear, y le pedíamos que lo repitiera una y otra vez. El abuelo era único contando cuentos, sabía poner la entonación adecuada en cada momento de la narración, hacía mil voces diferentes y con frecuencia dejaba el relato en suspense para avivar la atención. ¡Era genial!. Yo le adoraba y celebraba con alegría el teimpo que podía pasar con él.

          Pero después de un rato de charla y tras la copiosa comida que nos preparaba Marita, el sueño iba haciendo mella en él, y entonces nos despedía con un caramelo de anís para cada uno y nos mandaba a jugar fuera, mientras él se iba al butacón de su despacho a cabecear un rato..."

          Elisa dejó de ser niña hace mucho tiempo. La arrugas surcan su rostro y las canas se han apoderado completamente de esa melena cobriza que fue la envidia de muchas. Muy pronto ella misma se convertirá en abuela, pero la enfermedad la acecha escondida en las sombras, va tras ella y no le da tregua. Necesita un tiempo que no tiene antes de que estos y otros bellos recuerdos se borren de su memoria para siempre, y por eso escribe y escribe sin parar. Ella no podrá contar historias a su nietos, como hacía el abuelo Juan, pero las dejará escritas para que las lean y sepan quién fue su abuela. Solo así podrá descansar.


domingo, 6 de septiembre de 2020

EL COMIENZO DE CURSO


Hoy, domingo de primeros de septiembre, he observado en la ventana, a primera hora de la mañana, la inclinación de los rayos de sol que ya no es la que era hace solo un mes; la temperatura, que también ha cambiado y algunos otros signos anunciando el fin del verano...y la memoria me ha traído otros septiembres que, aunque no están lejanos en el tiempo parece que hubieran pasado siglos.
Y así, aprovechando el momento, he cogido el ordenador y me he puesto a escribir.

"Siempre esperaba el comienzo de curso con ilusión. Los últimos días de agosto se  mezclaba la tristeza por el término de las vacaciones con la inquietud por poner en práctica todas las ideas y proyectos que había ido fraguando en mi cabeza durante el periodo estival. Siempre tenía pensado algo nuevo, distinto, algo que pusiera un sello de identidad a cada curso escolar, y que a la vez, les sirviera a los alumnos de referente en su vida y recuerdos de la escuela.
          Los primeros días, antes de empezar las clases, me gustaba prepararlo todo, distribuir los rincones, decorarlos con dibujos, con frases sugerentes, con carteles motivadores, con muñecos de trapo...Me preguntaba." Si yo tuviera ocho años ¿qué cosas me gustaría que tuviera mi clase? ¿cómo podría sentirme a gusto en ella?". Y entonces me hacía niña otra vez y pensaba en cosas que me pudieran gustar, que tuvieran magia y atractivo para su edad. Y como loca empezaba a decorarlo todo. 

          Un año viajamos durante todo el curso en un barco pirata, otra vez fuimos aprendices en una escuela de brujería, Tom Sawyer nos visitó y fue un compañero más de clase, al igual que Pinoccho, con Pamela Fogg (sobrina de Billy) dimos la vuelta al mundo...¡Y cada año se convertía en una aventura nueva, distinta a la anterior!

Mi cabeza parecía una batidora durante el verano, y en los primeros días de septiembre trabajaba sin descanso para que todo estuviera a punto, y que lo niños, al llegar se llevaran la gran sorpresa.

El primer día pasaba la mañana contándoles mis planes y lo divertido que iba a ser ese gran viaje hacia lugares insospechados. Ellos me escuchaban entusiasmados, con sus caritas de asombro, deseando empezar. Iban a sus casas y se lo contaban a sus padres muy contentos, esperando impacientes la vuelta al día siguiente.

Después, el curso empezaba a rodar y rodar. Desgraciadamente no todo era magia, había también libros y programas que dar, tareas arduas y aburridas a las que los niños no encontraban sentido práctico y había que hacer mil inventos para que resultasen atractivas. Mi obsesión era siempre rodearles de su mundo, de sus inquietudes e intereses para que se hiciera más llevadero.

Y no escatimaba esfuerzos para hacerlo. Días de vacaciones, fines de semana y tardes enteras pegada al ordenador o haciendo carteles, pero lo hacía feliz porque sabía que al final me esperaba la mejor de las recompensas: su cariño.

Hoy,  aquellos niños son ya jóvenes adultos. Algunos , cuando me ven me saludan y me cuentan que ya terminaron sus estudios y son médicos, administrativos, ingenieros, transportistas, biólogos, policías, algún que otro profesor...pero siempre me hablan de aquellos años de su niñez, y de cómo además de aprender la tabla de multiplicar y la sintaxis de las oraciones , aprendieron a volar con su imaginación y a ser personas resueltas en un mundo que no se lo pone fácil a nadie.

Y yo, al escucharlos hablar así, me voy feliz a mi casa recordando los versos de Gabriel Celaya que llevo grabados en el corazón:

"Soñar, que cuando un día esté durmiendo nuestra propia barca, en barcos nuevos seguirá nuestra bandera enarbolada".

                         ¡¡¡FELIZ COMIENZO DE CURSO!!!

PD :El dibujo es un cuadro que hice de la entrada del colegio en el que trabajaba entonces. Yo misma la decoré con carteles y dibujos de bienvenida para que los niños nada más entrar se sintieran felices. Creo que ya lo he publicado en otra entrada pero me ha parecido oportuno ponerlo también en ésta.