Me adelanto un poquito al jueves para ofreceros el café, porque mañana tendré un día muy ajetreado y puede que no me de tiempo, pero aquí os dejo esta bonita historia para que lo toméis entretenidos
Vívía en Las Cuatro Calles de Toledo, un afamado zapatero que había heredado de su padre el negocio de los zapatos . En aquellos tiempos ni el trabajo ni el dinero escaseaban en su zapatería que se preciaba de ser la mejor de todo el barrio. Pero un mal día, la esposa del zapatero murió, dejándole solo al frente del negocio y con tres hijas a las que cuidar y alimentar. Muchas noches pasó el pobre hombre pensando qué sería de sus hijas a su muerte y donde acabarían.
En esas estaba cuando, cierto día que estaba lloviendo a cántaros, sonó la campana de la puerta anunciando la llegada de un cliente.
-A la paz de Dios, buen hombre- saludó el recién llegado.
-¿Qué se os ofrece, joven?- contestó el zapatero a un estudiante calado hasta los huesos y con aspecto de estar más necesitado que él.
- No se puede andar por Toledo con esta lluvia y estos zapatos medio rotos. Tomadme medida y hacedme unos nuevos que me puedan durar años.
El zapatero fue presto a realizar el encargo. Tomó medidas, le sugirió algunos modelos y acordaron el tiempo de realización.
Terminado el plazo, el joven se presentó de nuevo en el taller y después de probárselos comentó:
-Merecida es vuestra fama , pues más parecen un guante que unos zapatos
- Se hace lo que se puede- contestó el zapatero.
-Verá , señor, ahora ando mal de fondos- le confesó el joven- Casi no tengo para pagarme la comida, pero no os preocupéis porque tengo la intención de llegar a ser alguien importante, y ese día os lo pagaré con creces. Lo juro.
Al buen hombre le dió tanta lástima del joven que fue incapaz de enfadarse con él y lo consideró un acto de caridad. Le dijo al muchacho que le regalaba los zapatos y que si algún día llegaba a ser ese personaje tan importante , que se acordara de él.
Pasaron muchos años de aquello, el zapatero estaba ya casi arruinado. Se sentía viejo y cansado. Sus manos ya no eran las de antes y cada vez le costaba más trabajo hacer su trabajo. Ya no tenía nada qué ofrecer a sus hijas ¿qué sería de ellas a su muerte?
Un día, se abrió la puerta del taller y un canónigo de la catedral le dijo que el Arzobispo de Toledo quería verle. El hombre no comprendía qué podría querer de él tan ilustre persona. No recordaba haber dicho ni hecho nada que mereciera el honor ni la ira, y una vez llegó a las puertas del palacio en lo único que pensaba era en sus hijas
-¡No me recordáis?- dijo el Arzobispo ante el asombro del zapatero- Hace ya muchos años, pero yo no os he olvidado y prometí que os pagaría los zapatos.
En ese momento mostró los zapatos, que aunque viejos, dejaban ver el trabajo bien hecho.
-Aquí tenéis- y el Arzobispo le entregó un saquito con el dinero - por un trabajo bien hecho y un gran corazón. Y ahora, pedidme cualquier cosa que deseéis y y estaré encantado de ofrecéroslo.
El zapatero quedó mudo y sus ojos se llenaron de lágrimas al comprobar que en el saco había suficiente dinero para vivir decentemente el resto de su vida, sacando fuerzas le dijo al Arzobispo que lo único que quería era que se ocupara de sus hijas a su muerte porque no tenía otra familia más que él
- Así se hará- concluyó su eminencia.
Y así fue como el Cardenal Siliceo mandó construir el Colegio de Doncellas Nobles, situado en la plaza que lleva su nombre, y la leyenda toledana mantiene que fue la deuda con el zapatero la que originó su creación. Nunca sabremos si fue o no así, pero ¿ verdad que es bonito pensar que lo fue?
Me ha encantado la leyenda, he estado muchas veces en Toledo ( tengo familia) y nunca la había oído.Besicos
ResponderEliminarEn Toledo hay muchas leyendas de todas las clases y para todos los gustos. Ya las irás conociendo. Un beso, Charo.
EliminarSe quien es el cardenal Siliceo, tiene calle o plaza en algunas ciudades pero no conocía esta leyenda. Y es que hay gente de bien en todas partes, un zapatero bondadoso y un joven agradecido. Abrazos
ResponderEliminarPues si, y no siempre se encuentra esa gente buena en la vida. Un abrazo , Ester
EliminarMe gustan los finales felices. Un beso
ResponderEliminarA mí también me gustan los finales felices, y curiosamente , en las leyendas la mayoría de las veces no es así. Un abrazo, Susana.
EliminarOh Rita, qué preciosidad de historia. Es emotiva al máximo. Hace falta creer en historias como ésta.
ResponderEliminarMuchos besos :D
Claro que hace falta creer en estas historias, y algunas veces, muy pocas, pueden darse en la realidad. No hace mucho leí que algo parecido le ocurrió a una señora mayor del sur. Estando en su casa tomando el fresco pasó por la puerta un señor árabe y le pidió entrar al baño pues le había asaltado una urgencia. La mujer le dejó entrar en su casa, el hombre alivió su urgencia y se marchó muy agradecido. A la vuelta de unos años, el señor árabe volvió otra vez por allí, quería recompensar a la anciana bondadosa. Se trataba nada más y nada menos que de un jeque árabe forrado de dinero.Ya ves que nunca se sabe...Un abrazo Margarita
EliminarEs precioso , me cautivo de una manera que no te puedes imaginar ..de ser cierto es mucho precioso , porque nos deja ese mensaje que todavía hay gente bella y buena por el mundo ..Este zapatero con su generosidad y buen hacer nunca se pudo imaginar que ese regalo al joven estudiante le traería una recompensa no solo a él sino a mucha gente .
ResponderEliminarGracias por compartir tan bella historia ..
Un fuerte abrazo y te deseo un lindo día.
No sé si sería verdad o no, ya sabes que en las leyendas hay un poco de todo, pero es bonito pensar que así fue. También estas cosas se dan en la vida real, pocas veces pero alguna hay, como el caso que he contado a Margarita. Gracias por tu bello comentario Campirela. Un beso muy grande y que pases feliz día.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarUn cuento bellísimo, como los de antes, con su moraleja. Antes existía la costumbre de contar este tipo de historias a los niños, no solo como entretenimiento sino también por la enseñanza que encierran. Con este texto me has hecho sentir niño otra vez y me has tenido enganchado de principio a fin, jeje.
ResponderEliminarUn abrazo y gracias por el café.
Hola Rita, es preciosa la leyenda y me ha recordado el día tan bonito que pase en esa bella ciudad que es Toledo, que la conozco gracias a un querido amigo que nos acompaña desde las estrellas, la leyenda nos enseña que el que hace bien bien recibe, pero por desgracia eso ya en nuestra sociedad cada vez se ve menos.
ResponderEliminarBesos.
Se lo pensó, pero terminó cumpliendo el obispo.
ResponderEliminarBonita leyenda.
Un abrazo.
El hombre se lo pensó hasta que se hizo importante para poder cumplir su promesa. Después de todo lo hizo y no se le olvidó. Hay otros que dicen " si te he visto no me acuerdo". ¡Otro refrán para tu colección!
EliminarUn abrazo, Macondo.
Qué interesante lo que cuentas! Lo tendré presente cuando viaje a Toledo.
ResponderEliminarBesos Rita
Cuando viajes a Toledo tendrás muchas cosas que ver además de escuchar montones de leyendas
EliminarUn abrazo, Norma
La gratitud es la emoción que mejor puede guiar nuestras acciones. Éste sería otro mundo si estuviésemos más conectados con ella.
ResponderEliminarBonita historia
Besos
Desde luego, Alís. Otro gallo cantaría si fuéramos más agradecidos y si cumpliéramos nuestras promesas como lo hizo el arzobispo.
ResponderEliminarMe alegro que te haya gustado la historia
Un abrazo grande
ay!!!! que maravilla de leyendas toledanas, las tengo en un librito viejo, viejo, y de joven las leía con mucho entusiasmo, debe ser que como los veranos los pasaba en Toledo con mis primos... bajo un sol abrasador, por cierto. Gracias, corazón, siempre me traes un buen recuerdo.
ResponderEliminar¡Ah, no sabía que tuvieras familia por aquí! Pues nada, me alegro que te guste, y ya sabes hay que protegerse del sol en verano si vienes, porque esto es un infierno a veces. Un besazo.
Eliminar¡Hola Rita!
ResponderEliminarEstas son las cosas que nos hacen falta en nuestros días. Gente con mas corazón, mas nobleza y con humanidad.
Hermosa historia. Gracias por ese regalo.
Un fuerte abrazo.
Si que hacen mucha falta estas cosas, pero desgraciadamente el rumbo que está tomando la situación es muy diferente. Muchas gracias por tu visita y comentario, Pluma y Data. Un abrazo
ResponderEliminarSer grande de corazón, tiene al final su recompensa .
ResponderEliminarUna preciosa historia.
Un beso.
Si, Amalia, la lástima es que no siempre es así. Un beso grande.
EliminarPues sea leyenda o no, me encanta Toledo, y me ha gustado mucho este relato, sea verdad o no. Un zapatero honrado y bueno, bien merece que se le regrese el afavor hecho
ResponderEliminarUn abrazo, y seguiré por aquí.
Me alegro que te guste Toledo, Albada. Esta es una leyenda con final feliz, lo que no siempre es así. Un beso y bienvenida a mi casa.
EliminarMe encantan las leyendas y esta del zapatero de buen corazón me ha encantado. Más humanidad y más personas así.
ResponderEliminarBesos
Me alegro que te gusten las leyendas. Esta es muy bonita y además con moraleja. Un abrazo, Conxita
EliminarMuy bonita historia, cuando se hace el bien siempre hay una recompensa tarde o pronto.
ResponderEliminarFeliz fin de semana.
Muchas gracias Mari-Pi por tu visita. A veces se hace el bien pero la recompensa no llega. Feliz fin de semana también para tí. Un beso.
ResponderEliminarAunque no haya llegado a tiempo para tomarme el café de los jueves me llevo esta preciosa historia .
ResponderEliminarMuchas gracias y ¡feliz domingo!
¡