Eran las nueve en punto de la mañana, el timbre acababa de
sonar, yo bajaba la escalera y la madre me estaba esperando al final de los
escalones. Me miraba y me acerqué a ella, pues sabía que algo me quería decir:
-Que ayer no pudo venir la niña porque se le mojó el abrigo y
no tenía qué ponerse para el frío. Hoy viene con una cazadora que le han
dejado. También las zapatillas de deporte las tiene mojadas, se las lavé ayer,
pero con el frío no se han secado. Trae unas rotas porque no tenemos otra cosa.
Hágame el favor, señorita, de que los niños no se rían de ella.
Mi corazón se llenó de nubes y empezó a llover de tristeza.
Quë triste. Un beso
ResponderEliminarEs muy triste, si, que ocurran estas cosas, pero están ahí , nos guste o no. Un abrazo.
EliminarEs triste no tener, pero es aún más triste tener que mendigar comprensión...
ResponderEliminarBesos.
Totalmente de acuerdo, Elvis.El que se burlen de la pobreza es la gota que colma el vaso. Un abrazo.
EliminarUn relato para reflexionar, una pena tener que hacer una petición así.
ResponderEliminarUn abrazo.
Es tristísimo. Ocurrió de verdad.
EliminarUn abrazo, Matías.
Ciertamente es muy triste pedir que no se rían de unos zapatos rotos y unos guantes sin dedos. Hay quien lleva el invierno en el corazón todo el año.
ResponderEliminarMe has emocionado.
Un beso,
Yo creo que cada vez nos vamos volviendo más frías, nos importan menos estas cosas, y no debería ser así. a los niños habría que educarlos para que no fueran tan crueles.
EliminarUn abrazo.
Situaciones similares hemos vivido la mayoría de los docentes.
ResponderEliminarBesos Rita
Claro, Norma, tú lo sabes tan bien como yo, en más de una ocasión te habrás visto en situaciones semejantes. Es una pena.
EliminarBesitos
Uf, qué ternura la de esa profesora. La pobreza tendrá que respetar a los niños, pero por desgracia no es así
ResponderEliminarUn abrazo
La pobreza infantil existe, Albada. la tenemos a nuestro lado y no nos damos cuenta. Esto pasó en una zona residencial de familias de clase media acomodada. Habría que concienciar a los niños y los jóvenes de ello.
EliminarUn abrazo.
Que triste realidad la de la pobreza y la de los niños duele mucho más.Besicos
ResponderEliminarLos niños pobres dan mucha más pena porque están más indefensos y su infancia también es más triste.
EliminarAbrazos, Charo.
Una madre hace lo que sea por sus hijos , pedir clemencia para que no se burlen de su hija , un acto de mucho amor ..La verdadera tristeza esta en el comportamiento de los demás hacía esa pobre niña ..
ResponderEliminarPrecioso relato donde hay que aprender todavía muchas cosas ..
Un fuerte abrazo y feliz noche.
Estoy completamente de acuerdo contigo, Campirela. La pobreza es mala, pero que alguien se burle de los pobres es todavía peor. Los niños a veces lo hacen, pero los mayores tenemos mucha responsabilidad en ello.
EliminarUn abrazo.
Mucha sensibilidad en tu relato, Rita.
ResponderEliminarEs doloroso que marginen a un niño.
Un abrazo.
Es muy doloroso, Diana, y si es porque es pobre lo es mucho más.
EliminarBesos
PEÑIZCA FUERTE EN EL CORAZÓN, SOBRE TODO, ES UN ALDABONAZO A LA SOLIDARIDAD, ES UN PRECIOSO Y EMOTIVO RELATO, CONUNA PROFUNDA MORALEJA.
ResponderEliminar¡GRACIAS RITA!
UN BESAZO.
Si, Mª Carmen,son cosas que nos hacen pensar, y las tenemos aquí mismo, al lado nuestro.
EliminarBesitos
le has dado un empujón al alma con tu relato, parece sacado de antaño y nos muestra que la educación va por delante del vestido. Abrazos
ResponderEliminarNo es sacado de antaño, Ester, ha ocurrido tal cual lo cuento en el momento actual. ¡ojalá fueran cosas del pasado!Pero desgraciadamente son muy de ahora.
EliminarMuchsas gracias por tu visita. Besitos
Así pasan situaciones que provocan la reflexión, nos hace entender muchas cosas y dar gracias a la vida por lo que se tiene.
ResponderEliminarSaludos.
En efecto, Miriam, son cosas que nos hacen pensar y ver lo afortunados que somos.
EliminarGracias por tu visita.
Un abrazo.
No deberíamos avergonzarnos de la pobreza propia ni burlarnos de la ajena. Los niños, además, pueden ser muy crueles y hay que impedir que se rían de los más desfavorecidos. Todo ello lo has narrado con mucha destreza y sensibilidad. Me ha encantado.
ResponderEliminarUn abrazo.
Es un relato real, Josep. Ocurrió no hace mucho. Los niños pueden ser muy crueles ...quizá porque no son conscientes del daño que hacen, pero los mayores debemos enseñarles.
EliminarMe alegro que te haya gustado el relato pues mi habilidad para jugar con las letras es muy limitada. Expreso las cosas tal como las siento, eso es todo. Muchas gracias por tus palabras.
Un abrazo.
Cuántas veces hemos visto algo parecido en la escuela! A algunas familias les hemos dado ropa de nuestros hijos e hijas, comida recogida en la escuela y libros y material escolar pagados entre todos. La desigualdad sigue existiendo en mayor medida que antes.
ResponderEliminarUn beso inmenso.
Tú sabes tan bien como yo que estas cosas pasan. Todo lo que cuentas lo hemos vivido alguna que otra vez, y si no ha sido eso, será algo parecido, pero es muy triste y a mí se me sigue encogiendo el corazón cuando veo casos de estos.
ResponderEliminarUn beso grande.
Parece mentira lo crueles que pueden llegar a ser los niños.
ResponderEliminarBesos.
¡Ni te lo imaginas, Macondo!
EliminarUn abrazo.
No hace mucho tiempo escuché decir que los niños son inocentes, que es responsabilidad de los mayores lo que hacen, pero la realidad muestra que la crueldad también existe en ellos, y es nuestro deber corregirlos y enseñarles los buenos sentimientos, un abrazo Rita!
ResponderEliminarClaro que si, los niños pueden llegar a ser muy crueles con sus iguales o con otros que consideran inferiores a ellos, por eso es responsabilidad nuestra enseñarles los verdaderos valores.
ResponderEliminarUn abrazo. Mª Cristina
Un emotivo y real relato.
ResponderEliminarUna pena .
Un beso.
Y triste también. Estas cosas no deberían ocurrir.
EliminarUn abrazo.
Para reflexionar...
ResponderEliminarUn beso Rita
Desde luego que si, uno no se puede quedar indiferente.
EliminarUn abrazo, Marisa
PREJUICIOS TONTOS QUE NOS ATENAZAN
ResponderEliminarSaludos
Si, y que hacen mucho daño a personas indefensas. Muchas gracias por tu visita, Toni.
EliminarUn saludo
Se me encogió el corazón.
ResponderEliminarConmovedora historia. Ojalá siempre fuera ficción.
Un abrazo grande
A mí también se me encogió el corazón , Alís ¡Y a quién no con una cosa así!
EliminarLo más triste de todo es que estas cosas ocurren de verdad.
Un abrazo muy fuerte.
La pobreza lleva a la tristeza en la mayoría de los casos, un feliz fin de semana.
ResponderEliminarCierto, Mari-Pi, no hay pobre alegre. La pobreza, la miseria, el abandono y la tristeza van todas de la mano, desgraciadamente.
EliminarUn abrazo, guapa.
N o está lejos de la realidad. Hasta un o vivió situaciones similares. Sobrecoge el cuento, y es bello en su tristeza. Un abrazo. Carlos
ResponderEliminarClaro que sobrecoge, está sacado de la realidad. eso es lo triste.
EliminarUn abrazo, Carlos
Las tres "escenas" son naturales, cuando se dan.
ResponderEliminarQue una madre intervenga así por el bienestar de su hija, admirable.
Que la situación del abrigo, la cazadora y las zapatillas, hoy tal vez no pero en el pasado se dio con frecuencia. Las cosas de la vida!
Que los niños pudieran reírse..., cierto como posibilidad!
Entrañable relato Rita.
Abrazos.
Es un hecho real, Ernesto, y ocurrió no hace mucho, tal como lo he contado.
EliminarUn abrazo.
Uy Rita qué triste y por desgracia demasiado real. Con poquísimas líneas consigues conmover.
ResponderEliminarUn abrazo
Es la dura realidad la que conmueve, Conxita.
EliminarUn abrazo.
Gracias por tu relato Pilar, refleja tu sensibilidad a una realidad que nos pega duro.
ResponderEliminarUn abrazo.