DÍAS DE VERANO

Querida Andrea:

Como te prometí cuando nos despedimos al terminar el colegio aquí estoy, bolígrafo en mano dispuesta a escribir y contarte todo lo que me vaya pasando en este verano.. De momento te diré que ya estamos instalados en la casa del campo, y aunque hasta aquí no llega el correo, puedes mandarme las cartas a la dirección de mi casa en la ciudad, porque iré por allí de vez en cuando y las puedo recoger. Estaré deseando leerlas porque la vida en el campo resulta , a veces , un poco aburrida.

Aunque también tiene sus ventajas vivir en medio de la Naturaleza, tengo todo el espacio del mundo para jugar a mis anchas y cada momento del día es especial.

Hace unos días descubrí lo bonitas que son las puestas de sol. Me voy hasta un pedregal que hay por el Camino de las Acacias, me siento y veo al astro rey como pierde fuerza y se va poniendo cada vez más rojo, diciendo adiós al mundo y tiñendo de naranja todo el cielo. No se oye nada, todo está en silencio, salvo el canto de la chicharra o el ruido lejano de algún coche que pasa por la carretera. ¡Es uno de los grandes momentos del día! El sol cada vez más bajo y yo con la imaginación cada vez más arriba. Me pregunto cómo será mi vida cuando sea mayor. ¿tú no te lo has preguntado nunca? ¿Sabes ya lo que quieres hacer? Yo aún no lo tengo decidido... Me gustaría ser escritora, pero...¡Quién sabe!

Bueno, pues mientras pienso en todas esas cosas veo como algunas hormigas corretean por las piedras , y las lagartijas se esconden entre las rendijas buscando refugio para la noche. Y antes de que me dé cuenta...¡Llega el momento cumbre! El sol toca los montes lejanos y la tierra se lo va comiendo despacito. Primero por abajo, en seguida la mitad, a continuación ya solo queda un trocito visible, y al final el último rayito poniendo fin al recorrido y el día.

¡Y se acabó la magia! Vuelvo la cabeza al otro lado y veo a lo lejos mi pequeña ciudad en la que aparecen las primeras luces y la gente se prepara para pasar otra noche infernal sin poder dormir ni descansar. En el cielo aparecen ya las primeras estrellas, las más gordas y brillantes, todavía no se las ve bien, pero yo se que están ahí. La noche se acerca. Es hora de regresar a casa para cenar. Y mientras bajo por el camino pienso en la suerte que tengo de vivir aquí, en este cerrito.

Bueno, además de ver puestas de sol también hago otras cosas, pero ya las dejo para otro día que se me ha hecho tarde.

Espero que tu también lo estés pasando bien en tu pueblo. Escríbeme pronto y cuéntame lo que haces. ¿Te sigue gustando ese tal Ernesto?

Ya me dirás.

Un beso muy grande, Andrea ,y hasta pronto.