Mañana se celebra el Día Internacional de los Animales, y como los quiero tanto, no podía dejar pasar este día sin hacer algo sobre ellos. Aquí os dejo este sencillo cuentecito, con una historia que bien podría pasar en la vida real. Me hubiera gustado acompañarlo de dibujos pero no me ha dado tiempo.
En un modesto barrio del corazón de una pequeña ciudad vivía
don Francisco. Hacía bastantes años que se había jubilado, pero solo unos meses
que se había quedado viudo, y la soledad y los recuerdos llenaban de pesar sus días.
Don Francisco tenía la costumbre de levantarse con el
amanecer, y tras desayunar y hacer su cama se dirigía con pasos lentos al
antiguo taller de carpintería que tenía a las afueras. Allí distraía sus
soledades haciendo pequeños trabajos en madera.
Uno de aquellos días, próximo a la llegada del invierno, notó
al llegar que alguien había estado por allí. Encontró pisadas y suciedad cerca
de la puerta. Con paciencia lo limpió y volvió a sus tareas cotidianas sin
darle mayor importancia. Pero a la mañana siguiente volvió a ocurrir lo mismo,
y así en los días sucesivos.
Intrigado, imaginando de quién se trataba, decidió antes de
marcharse, dejar un platito con migas de pan y unos trocitos de carne que le
sobraron de la cena. A la mañana siguiente solo quedaba el plato, lo demás
había desaparecido. Continuó haciéndolo varios días más, hasta que el intruso
se dejó ver tras los coches que había aparcados en frente. Era un perrito de
color negro, bastante sucio, lleno de heridas y con la piel pegada a los huesos
Don Francisco sintió mucha lástima y lo animó para que se
acercara, pero el perrito estaba tan asustado que no se atrevió. El buen
hombre, que era una persona paciente, decidió actuar con cautela, sin
atosigarle. Continuó dejando el platito de comida y un bote a agua cada día y
cuando se acercaba un poquito, como quien no quiere la cosa , le hablaba como
si se tratara de una persona y le leía cuentos.
El animal, poco a poco, fue tomando confianza y acercándose
cada vez más, fascinado por las historias que salían de la boca de don
Francisco. Aunque no podía comprenderlas, le llamaban la atención los tonos de
voz, unas veces suaves y calmados, otras fuertes y con enojo, otras tristes y
melancólicos... dependiendo del relato. El perrito se acostumbró a oírlos y
cada día iba a escuchar la historia correspondiente, aunque sin acercarse
demasiado.
Una mañana , mientras leía, don Francisco empezó a encontrase
mal, dejó el libro apartado y casi al momento,
cayó al suelo fulminado .El perrito, que lo vió de lejos, se acercó
asustado y al comprobar que no se movía empezó a ladrar y lloriquear
haciendo ruido, cada vez con más
intensidad para llamar la atención de la gente.
-¿Quién es ese perro que ladra tanto?- dijo una señora
asomándose a la ventana
-Creo que es en el taller de don Francisco- contestó el
panadero- ¡Algo ha pasado!
Y todos los que andaban por allí fueron a ver. Encontraron al
pobre hombre quieto, inmóvil, amoratado y casi sin poder respirar. A su lado,
un perrito lloraba nervioso y desconsolado.
Una ambulancia grande y poderosa llegó a los pocos minutos y
el perrito vio como lo metían dentro y se lo llevaban..¡sabe Dios dónde! Corrió
detrás hasta el límite de sus fuerzas, atropellando a la gente que caminaba por
la acera, sorteando los coches que circulaban y poniendo su vida en grave
peligro. Al fin, la ambulancia paró en el hospital. Sacaron a don Francisco en
la camilla y lo metieron dentro. Al animalito no le dejaron entrar y decidió
esperar en la puerta. Día tras día allí estuvo tumbado sin caso moverse, salvo
para rebuscar comida entre la basura y agua en los charcos.
Una tarde, aterradora de frío, vió la figura del anciano
recortada en la puerta. Dió un salto y se abalanzó sobre él lleno de alegría. La sorpresa de don
Francisco fue tremenda. No daba crédito a lo que estaba viendo.
-¿De manera que has estado todo este tiempo aquí, esperando?-
dijo emocionado.
Y echaron a andar juntos, uno al lado del otro. Al llegar a casa, el perrito se quedó en la
puerta, sin atreverse a entrar. Don Francisco lo tomó en brazos y lo puso junto
al radiador. Aquella noche y todas las demás que siguieron ya no se sintió
solo. Había encontrado un amigo con el que compartir sus días. Su casa nunca
más estaría triste y sombría, y se durmió feliz, pensando en un nombre para él.
Los perros son tan cariñosos y leales, que avisan si algo va mal, y esperan a su amo. Algunos, más allá de la muerte
ResponderEliminarDulce el cuento. Yo publico mañana otro post con pero. :-) Un abrazo
Excelente cuento en honor a estos maravillosos seres.
ResponderEliminarYo tengo dos perritos y hace dos años perdí a mi zar,el primero que tuve, todos los días me acuerdo de él, me dio mucho.
Besos Rita.
Que historia tan bonita y es que los perros se dan a querer mucho.Besicos
ResponderEliminarEs un cuento precioso, que refleja estupendamente la generosidad con que devuelve el perro un poco de cariño.
ResponderEliminarBesos.
Hermosa historia que por suerte en muchos casos se hace realidad. Sólo el que tiene o ha tenido una mascota sabe el amor que nos puede dar y si ha sido rescatada de la calle mucho más.
ResponderEliminarUn abrazo grande Pilar.
Siempre nos cuentas cuentos con moraleja y nos enseñas a vivir, hoy la generosidad y lealtad animal. Abrazos
ResponderEliminarQue bonito este cuento y además un homenaje para los animales que tanto nos dan y con poco con nuestro cariño son felices y ellos nos dan tanto ..Precioso querida Rita ..
ResponderEliminarBesos y un abrazo !!.
Lo hermoso de los animales, es que no tienen filtros que puedan embarrar sus sentimientos y no son capaces de abstracción, pero cuando aman, lo hacen sin reservas. Enhorabuena por el cuento. Un abrazo.
ResponderEliminarUn cuento bonito,cariños.
ResponderEliminar¡Pero que preciosidad de cuento Rita! Me ha encantado, qué bonito y qué hermosa moraleja. ¡¡Precioso!!
ResponderEliminarBesos :D
Es tanto lo que debemos aprender de los animales! Bonita historia, Rita.
ResponderEliminarBesos
Precioso cuento, querida amiga. Por cierto, lo que cuentas como ficción sobre este animal, ha sucedido de verdad, aunque no se decirte donde lo leí, hace unos meses, recuerdo que era algo parecido sobre un perrito que esperó a su amo durante años a las puertas de un hospital, pero nunca se reencontraron, ya que el hombre había fallecido.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola.
ResponderEliminarQué cuento tan precioso. Yo ahora no tengo perro pero sí gatas, pájaros, coayas tortugas...todos recogidos y salvados de situaciones muy duras.
Los animales nos enseñan cosas nuevas cada día yy su amor es incondicional.
Muy feliz día.
Una hermosa historia que parece irreal pero sucede. Cuando falleció mi madre la perrita la buscó por todos lados de la casa. Se daba cuenta que no había vuelto del hospital y nuestra tristeza fué infinita.
ResponderEliminarCariños Rita
Puede que sea un cuento, una ficción pero también es el bello relato de la pura realidad.
ResponderEliminarEnhorabuena.
Preciosa historia y como bien dices podía ser real, se han dado casos de perros fieles en la tumba de su amo hasta su propia muerte. Me ha encantado y emocionado. Un beso.
ResponderEliminarQué relato tan dulce y lindo!!.
ResponderEliminarFieles amigos siempre.
Me ha gustado mucho.
Un abrazo.