Todos
habían tomado asiento en la clase. Cada cual estaba con quien había elegido para pasar los
próximos días del mes , ya no quedaba más que un lugar vacío al lado de aquella
niña morena, de pelo largo y mirada triste. ¡Nadie se había sentado con ella!
-¿Alguien quiere voluntariamente sentarse con Maite para
ayudarla?- preguntó la maestra.
Nadie respondió
- Ya sabéis que es una compañera que os necesita...
Nadie respondió
-Ella estaría encantada y os lo agradecería muchísimo, y yo
también-
Nadie respondió
Algunos, incluso, se parapetaron detrás del que tenían
delante para no ser el blanco de las miradas de la maestra, que buscaba y no
encontraba un sólo gesto de compasión.
Se hizo un silencio denso e incómodo. El tiempo se detuvo,
nadie daba un paso. Pero por las cabezas infantiles algo estaba ocurriendo. Y
de pronto, como de la nada, en la última mesa, una mano se levantó.
La maestra respiró tranquila ¡Al fin! La tensa situación se
dió por terminada y todo fueron alabanzas para aquel compañero que, una vez
sentado ya con su amiguito, decidió sacrificarlo para estar con aquella otra
compañera con la que no tenía mucho en común pero que requería su ayuda y
comprensión. Todas las miradas estaban centradas en él y en su bonito gesto,
cuando se oyeron unos sollozos sordos.
La niña lloraba y lloraba sin parar, parecía no tener
consuelo. Había costado tanto que alguien quisiera sentarse a su lado que no
era extraño que se sintiera mal. La maestra preocupada se acercó.
-Maite...¿por qué lloras? No estés triste, ya tienes un
compañero al lado que quiere sentarse
contigo y ayudarte...No estás sola.
Y la niña, embargada por las lágrimas y sin casi poder
pronunciar palabra contestó:
-No estoy triste. Lloro de alegría.
Y los dieciséis corazones que había en la clase en ese momento
sufrieron una sacudida de emoción, que subió hasta sus rostros como la lava por la chimenea
de un volcán y estalló en un caluroso y emocionado aplauso.
Precioso relato, que llega al alma por lo crueles que pueden ser a veces loa niños. Soy profesora, toda mi vida laboral ha estado dedicad aa la enseñanza, con niños de diferentes edades, incluso de Instituto y te puedo afirmar señorita Rita, que he visto gestos de maldad absoluta, pero tambien, de las más maravillosos sentimientos.
ResponderEliminarMe ha gustado tu relato, porque he visto que al final, el bien que hace ese niño al querer sentarse con la niña triste, hace brotar un sentimiento de emoción en el corazón de los demás niños... y es que a veces, tienen la culpa de muchas cosas, los parámetros que ven en la TV porque yo creo en la bondad imnata de los niños.
Un abrazo con cariño.
Los niños son capaces de ser muy crueles o de tener una abnegación que impresiona. Quizá porque son sinceros con lo que sientes o piensan. Es un relato verídico. Me ocurrió a mí. Estoy de acuerdo contigo en que la TV y las nuevas tecnologías influyen muchísimo en las mentes infantiles, y no siempre es para bien.
EliminarMuchas gracias por tu comentario, Ángeles. Pasaré a verte. Un abrazo
llorar de alegría es expresar que la felicidad es profunda y si es por dolor ayuda a sacarlo fuera,llorar limpia el alma y nos ayuda a sentirnos mucho mejor.
ResponderEliminarLos niños son a veces muy crueles.
Un abrazo.
Si, los niños a veces son crueles, pero como se ve en el relato, el gesto de uno de ellos hace cambiar los sentimientos de todos. Un beso
EliminarTe toca el corazón,hermoso relato abrazos.
ResponderEliminarMuchas gracias, Alfa. Otro abrazo para tí.
EliminarUna bonita forma de alegrarnos el día. Gracias, corazón.
ResponderEliminarGracias, Blanca. Un besito
EliminarMe gustan los finales felices. Un beso
ResponderEliminarPues si te gustan los finales felices, este si lo es. Un abrazo, Susana.
EliminarTierno se queda corto , es precioso y además da una lección de generosidad por ese niño que sacrificó a su amigo por estar con otra compañera que apenas conocía ..Los peques siempre nos sorprenden y es maravilloso así de simple .
ResponderEliminarUn fuerte abrazo y feliz noche.
Si, es toda una lección la que recibieron los niños aquel día. Una lección que no está precisamente escrita en ningún libro. Gracias por tu visita, Campirela. Un beso
EliminarHistorias como estas me cargan las pilas en el ser humano. Situaciones así, se pueden dar. En mi familia hemos tenido docentes. Tengo un concepto muy alto de ellos, es una profesión vocacional, gente de gran valía a la que admiro...
ResponderEliminarMe has alegrado el domingo, Rita. Nos hace falta lectura como ésta, así que muy agradecida y doble ración de besotes, preciosa.
Esta situación es real, Mª Carmen. Me ocurrió a mí hace unos años. Los niños no dejan de sorprendernos. Llevan el demonio y el ángel dentro.Y muchas veces nos dan buenas lecciones a los adultos. Un besote, guapísima.
EliminarEs muy triste sentirse marginado y esta niña del relato por lo menos ha tenido suerte de que por lo menos otroo niño quisiera hacerle compañía.Besicos
ResponderEliminarSiempre hay gente compasiva en el mundo. Un beso, Charo
EliminarA veces solo es necesario un gesto o un pequeño cambio para que la solidaridad brille, un abrazo Rita!
ResponderEliminarEs verdad, tienes toda la razón, un pequeño gesto puede mover las conciencias de muchos. Un abrazo, Mª Cristina
EliminarSi todos fuéramos un poco más generosos el mundo sería otro, un abrazo.
ResponderEliminarUn poquito de cada uno podría mover mucho. Gracias por tu comentario , Bienaventurada. Un abrazo
EliminarCuanta sensibilidad hay en este relato, precioso!!!, un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias Mari-P-R. Un abrazo también para tí.
EliminarConmovedor tu relato!! Describiste con tu hermoso arte una situación que no escapa a la realidad de nuestras aulas.Gracias por el final que nos deja la esperanza que nunca debemos perder como educadoras.
ResponderEliminarUn abrazo enorme.
Muchas gracias, Sandra. Desgraciadamente la marginación y el rechazo en las aulas existe y los educadores debemos trabajar para terminar con ello. Un beso.
Eliminar¡Qué anécdota tan hermosa! Tengo una nieta que el día que salió del hospital pidió un vaso de agua para llorar muchas lágrimas de alegría.
ResponderEliminarUn abrazo.
¡Qué bonito gesto el de tu nietecita! Gracias por tu comentario, Mara. Un abrazo.
EliminarLos niños a veces son muy crueles, incluso con sus mismos compañeros, pero siempre son maravillosos.
ResponderEliminarUn besito
Los niños son capaces de todo. Tanto bueno como malo. En fin, esto , después d todo terminó bien. Un beso, Mª Ángeles.
ResponderEliminarLos niños siempre nos sorprenden...
ResponderEliminarMuy bonito!!
Un beso señorita Rita
Si, nunca se sabe por donde van a salir. Un beso, Marisa
EliminarQué relato más bonito. Ojalá siempre fuera así y algún niño se sentara al lado de otro que lo necesita por iniciativa propia y sin que la profesora tenga que pedírselo.
ResponderEliminarUn beso
Pues si,ojalá siempre hubiera un final feliz. Un abrazo, Carmen
EliminarPensé que había comentado porque lo leí e su momento.
ResponderEliminarSituaciones difíciles la que se viven cuando te encuentras con algo así en una clase .
Bonito relato y triste. Un abrazo.
Si, es una situación difícil y triste. Afortunadamente en este caso pudo terminar bien. Un abrazo, Chelo.
ResponderEliminarEsos dieciséis corazones que aplaudían no eran los más indicados para hacerlo. Sus portadores deberían esconderse avergonzados debajo del pupitre.
ResponderEliminarUn abrazo.