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El pasado día 8 se celebró el Día Mundial de la Cruz Roja, que como todos sabréis, es una institución de carácter completamente voluntario que realiza una gran labor humanitaria ayudando siempre al que lo necesita donde quiera que esté. Sin ir más lejos, ahora con el coronavirus, no está escatimando esfuerzos de todo su voluntariado para prestar su apoyo a las autoridades sanitarias en las tareas que lo soliciten.
Pero además de ésto, que es algo excepcional, también se ocupa habitualmente de otras muchas cosas, desarrolla numerosos programas de atención a los más desfavorecidos, como niños en la pobreza, mujeres maltratadas, desempleados, inmigrantes, personas mayores que se encuentran solas... Este último programa es uno de los que más conozco porque participo activamente en él. Trabajo con personas en la última etapa de la vida, algunas con enfermedades y deterioro mental bastante acusado, y voy a compartir lo que es un ratito con una de ellas.

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TARDES
CON ENRIQUETA
Era un día de invierno sin frío. El cielo gris ,la tarde tristona, y
la gente paseando sin prisa por la Avenida de Santa Mónica, en el corazón de un
barrio que siempre había sido de los mejores.
Teresa llegó, como todos los miércoles a hacer su
correspondiente visita a Enriqueta, una señora mayor que consumía el tiempo
tumbada en el sofá, sin salir a la calle.
Aquel día la encontró como tantos otros, echada sobre unos cojines
y fumándose un cigarro, porque nunca había podido dejar ese vicio de la
juventud.
-¡Hola, Enriqueta ! ¿Qué tal , cómo estás hoy? Te veo mucho
mejor que la semana pasada.
La anciana se incorporó, miró quien era la visita y su cara se
iluminó al verla. Tenía unos ojos grandes, del color del mar, y se adivinaba
que había sido una mujer hermosa y muy culta.
-¿Te acuerdas de mí?- le preguntó Teresa
-Si, si, te he conocido por la voz...¡Tengo un dolor hoy!
-¿Pero te has tomado la medicina?
-Si, pero no se me pasa con nada.
- Se lo tendrás que decir al médico...
Teresa se sienta a su lado y observa un papel tirado en el
suelo.
-¡Mira, se te ha caído esto!
Se agacha y lo recoge,
antes de entregárselo a Enriqueta lo mira.
-Es el teléfono de tu hijo José, que te lo ha anotado ahí.
Enriqueta lo mira distraída.
-¡Ah , si, lo estaba buscando y no lo encontraba!- Lo deja
sobre la mesita con mano temblorosa y luego añade -¡ Pero es que tengo un
dolor....!
-Intenta distraerte un poco, si no piensas en ello te dolerá
menos.
-¡Que va!...Y lo peor es cuando me levanto por las mañanas...
Oye...¿y ese papel amarillo que hay encima de la mesa qué es?
-Es el teléfono de tu hijo José.¿ No lo recuerdas?
-¡Ah!
-Bueno...¿Cuéntame qué has hecho hoy?- Le pregunta Teresa por
distraerla.
-Pues poca cosa
-¿Has leído el periódico?
-No he tenido ganas con
este dolor. Y lo peor es cuando me levanto por las mañanas...-se queda pensando
y añade- No sé que hace aquí este
papel...
-Es el teléfono de tu hijo, por si necesitas llamarle.
-¡Uy, no! Ahora no se le puede molestar, está trabajando. Y
gracias a Dios, todos tienen trabajo.
-¡Todos tus hijos! ¿cuántos hijos tienes?
Se queda pensando y después contesta
-Pues ocho o nueve...
- Creo que te confundes, esos son los nietos.
-No, no, son hijos. Pero es que tengo un dolor...y lo peor de
todo es por las mañanas cuando me levanto.
-¿Y te acuerdas cómo se llaman tus hijos?
-José...
-José...¿y qué más?...¿y tu hija, cómo se llama?
-Como yo. No sé qué hace aquí este papel...
-Es el teléfono de tu hijo...
-¿De mi hijo? Pues no lo sabía...¿cómo habrá venido hasta
aquí? Hoy estoy muy dolorida, y lo peor es por las mañanas cuando me levanto...
Breve silencio
-Mira esa foto, es de
mi madre vestida de sevillana- comenta Enriqueta.
Teresa se levanta para cogerla y la observa bien.
-¡Qué guapa era! Te pareces mucho a ella.
-Si. Y todas las cosas antiguas que ves por aquí son de ella.
Hoy estoy muy dolorida y sobre todo por las mañanas cuando me levanto....
-¿Y tú también te vestías de sevillana?-pregunta Teresa para
que la anciana le cuente sus recuerdos y olvide el dolor.
-Si, pero no me gustaba porque pesaba mucho lo de la cabeza. Y
no sé donde habrá ido a parar el traje... ¿ Y este papel?
-El teléfono de tu hijo- le contesta Teresa una vez más .
- ¡Pues no sé quien lo habrá traído! ....Y todo lo que ves por
aquí es de mi madre.
-¿Y cómo era tu madre? ¿te acuerdas de ella?
-Si...si...era...era...- balbucea sin encontrar las palabras-¡Es que tengo un dolor
! ¿Te importa que me tumbe un poco?
-No, no, en absoluto. Ponte
cómoda.
-Y ahí está mi madre vestida de sevillana- vuelve otra vez a
señalar la misma foto- Y todo lo que ves por aquí es suyo.
-Son cosas muy antiguas.
-Y su traje de sevillana no sé donde está.
-Lo tendrás guardado en algún armario...
-Si, pero mi madre...-Enriqueta no acierta con lo que quiere
decir- ¡Tengo un dolor!
-Procura relajarte, ya verás como te hace bien
-Y todo lo que ves por aquí era de mi madre.
-¡Qué buena herencia te dejó!
-Y el traje de sevillana no sé donde está...Y lo peor es por
las mañanas cuando me levanto...
Y así va cayendo la tarde, lenta, monótona y siempre en el
mismo punto.
Cuando Teresa sale a la calle respira hondo. El aire fresco
que le da en la cara le hace sentirse otra vez en libertad, y disfruta de cada
paso que da, de cada cosa que ve, de cada momento que vive.
Al coger el coche pone las noticias y escucha asombrada que en
los próximos años un 4% de la población tendrá algún tipo de demencia senil o
enfermedad de Alzheimer, y se espera que esto vaya en aumento. Y entonces se pregunta
¿Terminaré yo lo mismo
que mi pobre Enriqueta encerrada en una cárcel de oro y sin recuerdos?
Una bonita y enriquecedora labor Rita, me ha gustado mucho el texto que nos has dejado , esta lleno de vida aunque sea ya el final de alguna pero esas experiencias y sabiduría lo dan los años. Gracias amiga, te deseo un feliz domingo .
ResponderEliminarBesos.
No cabe duda que los años dan sabiduría, pero si en el camino la enfermedad o el dolor nos merma ciertas capacidades nos convertimos en niños desvalidos.
EliminarUn abrazo, Campirela y feliz domingo
¡Buenos días Rita!
ResponderEliminarAdmiro tu dedicación voluntaria acompañando parte de tu tiempo a las personas mayores en su última etapa de la vida. No sé de donde sacas tanto tiempo para compaginar todas tus diarias obligaciones familiares junto con tu trabajo, aunque ya sé que en estos últimos meses hemos dado un vuelco a la rutina.
Tu entrañable cuento, querida Rita, muy bien narrado por cierto, nos habla de ese grave problema de salud, que según parece va a ir en aumento por desgracia y eso que se supone que vivimos en una sociedad con grandes avances científicos en el campo de la salud, pero por lo que nos muestra la realidad, parece que más bien no es como pensamos.
Un beso y feliz domingo.
Si, Estrella, vivimos en una sociedad de grandes avances científicos pero no son suficientes y hay enfermedades que siguen sin tener cura, por eso es necesario llevar un poco de cariño y dedicación a las personas que las padecen.
EliminarUn beso y que pases un feliz domingo
Ains Rita qué emotivo cuento y qué grande esa labor voluntaria, ayudar a los mayores haciendo más llevadera la soledad, proporcionando compañía y atendiendo sus necesidades qué preciosa tu colaboración. Y debemos dar las gracias a tanto como hacen instituciones como la Cruz Roja para mejorar la vida de personas que lo necesitan.
ResponderEliminarBesos
Es una conversación real, Conxita. He cambiado los nombres y los lugares para preservar la intimidad de las personas, pero ese es el día a día de muchos abuelitos. Algunos viven con la única ilusión de recibir tu visita.
EliminarUn abrazo
Una tarea preciosa y de verdad loable. Ademá suelen se voluntarios quienes acompañan a esas personas solas y vulnerables.
ResponderEliminarMuy bonito. Un abrazo y feliz tarde
El trabajo con las personas siempre es a través de voluntarios en la cruz Roja. Es muy gratificante.
EliminarUn abrazo grande, Albada y feliz domingo
Ya tiene mérito atender a una persona en ese estado. No sé cómo acabaremos todos al vivir algo más que nuestros antecesores, pero viendo algunos casos no me importa acabar antes.
ResponderEliminarBesos.
Pues no sé como acabaremos, al vivir más tiempo habrá enfermedades que se darán con mayor frecuencia, pero quizá la ciencia sepa como atajarlo.
EliminarUn abrazo, Alfred
es una historia triste, pero resulta bonita tal como la cuentas. hacéis una gran labor. esas personas que sufren alzheimer, de vez en cuando tienen algún destello de lucidez. la mente humana es tan compleja...
ResponderEliminarbesos y gracias por compartir.
Si, algunas veces tienen un rayito de luz pero pasa pronto. Lo bueno es que creo que ellas no son conscientes de su situación, no saben que están enfermas.
EliminarGracias por tu visita, Chema, un abrazo
No es el momento de hablar mal de la multinacional de las ONGs,en estos momentos hay que reconocer que se está moviendo mejor que nadie, lo que si quiero comentar es que tras haber sido voluntario en ella durante 2 años en el area de empleo y emigracion, sali desencantado y desilucionado, no volveré jamas a trabajar en la Cruz Roja.
ResponderEliminarSaludos
Siento que tuvieras esa mala experiencia, Emilio. Puede que también tenga "sus cosillas", pero yo las desconozco.
EliminarUn abrazo y feliz domingo
Haces una gran labor. Es duro llegar a viejo. Un beso
ResponderEliminarY si se llega en soledad o con alguna enfermedad incurable es todavía más duro, Susana.
EliminarUn abrazo
Me hice socia de la Cruz Roja por mi profesión, pero desde que supe que en un accidente de tráfico te cobran o al menos cobraban las transfusiones de sangre dada además por voluntarios. Dejé de serlo.
ResponderEliminarLa misión del voluntariado es estupenda, pero Cruz Roja como entidad no es muy legal.
Desconozco lo que cuentas y te digo como a Emilio, que tendrá "sus cosas", como todo, pero el trabajo de los voluntarios es lo verdaderamente elogiable, no cobran un mísero céntimo y ponen al servicio de otras personas su tiempo, esfuerzo y conocimientos. Eso si te lo puedo decir.
EliminarUn abrazo, Airblue
Hola.
ResponderEliminarEnhorabuena por esa labor. Mi hija fue voluntaria mucho tiempo, estaba con niños ingresados, para entretenerlos y que sus familiares pudieran salir un rato, aunque fuese a ducharse.
Ahora ella está en otro voluntariado con personas ocn Alzheimer y es muy gratificante.
Me ha encantado la historia, pero es muy triste. No recordar a tus hijos o como ha llegado un papel a un sitio tiene que ser muy frustrante.
Muy feliz tarde.
Yo creo que ellos no se dan cuenta real de su situación, así no sufren tanto.
EliminarUn abrazo Marigem y feliz tarde
Aunque es triste, me ha gustado la historia .
ResponderEliminarAdmirable esa dedicación tan digna de agradecer.
Un beso.
Es muy triste llegar a esa situación, no acordarse de los nombres de tus hijos ni siquiera de cuantos tienes , es terrible y muy doloroso, pero creo que no son conscientes de su estado mental.
EliminarUn abrazo Amalia
eres increible de maravillosa con lo que escribes son lo que comentas no cambies beso
ResponderEliminarMuchas gracias, Recomenzar, un besito muy grande
EliminarQué bien lo has contado Rita.
ResponderEliminarY felicidades por esa admirable labor.
Un abrazo.
Es la realidad pura y dura, Macondo. Una triste realidad que tenemos a nuestro alrededor.
EliminarGracias por tu felicitación. Besos
¡¡Pobre Enriqueta!!
ResponderEliminarEs una pena que haya muchas personas con ese mal.
Un beso
Pues si que es una pena, y las previsiones apuntan a que irá aumentando en los próximos años. Por lo menos debemos darles un poquito de nuestro tiempo y cariño.
EliminarUn abrazo, Mª Ángeles
Hola Rita.. Es curioso cómo nos acordamos de las ONG, en desgracias, es entonces cuando nos damos cuenta de su labor ingente, que el primer mundo no aprecia, hasta que los necesita.
ResponderEliminarTierna y triste conversación, pero la triste realidad lo dice asi, se podran encontrar vacunas, pero las demencias seniles, por desgracia sólo pueden retrasar algo lo inevitable..
Un abrazo y cuidate..
A mí me produce mucha tristeza ver ese deterioro mental, pensar que han sido personas lúcidas y comprobar el estado en el que encuentran.
EliminarUn abrazo, Llorenç y cuídate tu tambén.
Hola Rita, qué triste y por desgracia, que cierto. Que miedo de enfermedad. Besos cariño :D
ResponderEliminarLo bueno que tiene es que yo creo que ellos no se dan mucha cuenta. Pero si, es muy triste verlos de esa manera.
EliminarUn besito, Margarita
Una tristísima situación que conozco muy de cerca y que resulta también agotadora para los cuidadores. Besicos
ResponderEliminarLos cuidadores que están ahí día y noche con ellos merecen una medalla al mérito.¡Qué gran humanidad! ¡Ánimo y a seguir adelante!
EliminarBesos
Es dolorosísimo y tremedo lo del Alzheimer... no lo quiero ni pensar.
ResponderEliminarMuy bien contado, muy bien.
A mí también me da mucho miedo, pero prefiero no pensarlo mucho.
EliminarUn abrazo, Tracy
La labor de los profesionales y voluntarios de Cruz Roja es de lo mejor de nuestra sociedad. Una de la enseñanzas que nos deja la pandemia es la situación dramática de las residencias de ancianos. En una sociedad tan longeva creo que es prioritario que estas pasen a estar medicalizadas de alguna manera.
ResponderEliminarEmotivo cuento, Rita.
Abrazos.
Pues si, es necesario y justo que se les atienda a los ancianos como debe ser, que no les falte de nada, ni en cuanto a cuidados ni en cuanto a cariño. Elloos nos lo dieron antes y se lo debemos.
EliminarUn abrazo, Miguel
Muy lindo el texto que compartiste Rita, una generosa labor la tuya.
ResponderEliminarBesos al alma y que tengas un maravilloso día
Muchas gracias, Paula, yo también te mando un beso muy grande.
EliminarUn relato conmovedor,se estas cosas mi hija medica tiene un residencial en el cual trabajan su esposo y su hijo mayor,suelen comentarme cosas así,abrazo fuerte.
ResponderEliminarMis felicitaciones para tu hija y su familia por hacer esa labor tan extraordinaria con los abuelitos que tanto lo necesitan.
EliminarUn abrazo, Fiaris
Que triste texto. Mi suegra tiene Alzheimer, y todo lo que has narrado me lo recuerda, así paso yo los días que me toca cuidarla en su casa..... Saludos amiga.
ResponderEliminarPues haces una labor maravillosa. Cuidar a una persona con esa enfermedad tiene un mérito enorme. Hay que armarse de mucha paciencia. Asi que mucho ánimo , amiga, y a seguir adelante.
EliminarUn beso grande
Me encanta cómo Teresa acompaña a Enriqueta, con paciencia cada vez que repite una pregunta (sirve mucho entender que para ella, cada vez que pregunta es la primera vez).
ResponderEliminarSois admirables las personas que dedicáis parte de vuestro tiempo a acompañar a personas mayores, solas y enfermas. Es llevarles algo de humanidad. El peor olvido no es el de ellos, sino el de la sociedad.
Besos
PD. Rita, permíteme que te muestre una errata. Avanzado el texto llamas Elvira a Enriqueta y despista (volví al principio para asegurarme, con mi ya mala memoria)
La verdad, Alís, es que ofrecer un poco de ayuda y comprensión a los que lo necesitan te compensa muchísimo. Es una tarea muy gratificante y te hace ser mucho más humana. A veces tengo la sensación de que recibo más de lo que doy.
Eliminar¡Ah! Gracias por avisarme de la errata. Ahora mismo lo pongo bien.
Un beso, guapa
Siempre recuerdo a una tía que cuando la visitaba y le preguntaba como se encontraba me respondía pues tengo la cabeza bien lo demás no tiene importancia. Tenía razón ya que cuando empezamos con la demencia lo perdemos todo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Tu tía tenía razón, si no somos capaces de saber quienes somos , está todo perdido.
EliminarUn abrazo Mari-Pi-R
Conozco el tema de personas con demencia senil Rita, hay que tener mucha paciencia y cariño hacia ellas. Felicidades por tu labor.
ResponderEliminarBesos.
¡Ya lo creo que hay que tener paciencia! Las personas que están ahí a pie de cañón a diario son las que hacer una tarea muy loable.
EliminarUn abrazo, Conchi
No necesariamente tiene uno que acabar como ve en los demás...
ResponderEliminarEn cuanto a la institución humanitaria, sin duda hace una labor necesaria. Y los voluntarios que participáis en ella, admirables.
Gran abrazo Rita.
No, no necesariamente tenemos que acabar como los demás, pero son cosas que s epiensan a veces.
EliminarMuchas gracias por tu comentario, Ernesto
Pues no sé realmente cual es la causa de la enfermedad, solo sé que está ahí, nos puede tocar a cualquiera y no hay cura. Asi que lo que queda es ofrecer a los enfermos y familiares todo nuestro apoyo y parte del tiempo libre.
ResponderEliminarUn abrazo, Julio
Haces una labor preciosa, hay que valer para hacerla. Un abrazo y sigue dándole cariño a las personas que lo necesitan.
ResponderEliminarEs necesario tener un poco de tiempo y paciencia, y muchas ganas de ayudar a la gente.
EliminarUn abrazo Teresa
Me recordo una conversacion, con una persona con alzheimer, ufffffff
ResponderEliminares duro
un abrazo
Si que es duro,sobre todo para los familiares, además es que no se puede tener una conversación fluida. Siempre se está en el mismo punto.
EliminarUn abrazo, Mª Jesús
Este relato, retrata fielmente los últimos años de los abuelos de mi esposa, sobre todo del abuelo que falleció con 103 años (la abuela nos dejó a los 100 años), con quienes pasábamos muchas horas acompañándoles.
ResponderEliminarY gracias Rita por la encomiable labor que haces, y más en estos años, donde es raro el día que no se conozcan noticias de ancianos que han fallecido solos y que no les ha echado nadie en falta...Que triste verdad.
Y resaltar también la labor de La Cruz Roja y de La Media Luna Roja, que están siempre allá donde haga falta.
Un fuerte abrazo, Rita, y muy bonita tu entrada.
Me duele muchísimo esas noticias tan tristes de ancianos que mueren solos. La sociedad tendría que tomar conciencia de ello y no dejar que ocurriera. Nadie se merece eso y mucho menos ellos que nos lo han dado todo.
EliminarUn abrazo, Manuel
Qué admirable tu dedicación con los ancianos. Tus relatos siempre llegan al corazón, y esta vez lo han tocado fuerte...Una triste realidad que has podido pincelar con buen arte.
ResponderEliminarUn abrazo emocionado.
Muchas gracias , Sandra. Es muy triste ver la situación en la que están algunos y no se puede mirar para otro lado.
EliminarUn abrazo grande
Un entrañable historia de una entrañable tarde con una entrañable anciana. Personalmente no conozco esta enfermedad, pero debe ser doloroso ver a nuestros mayores en esta situación. Gran relato. Un beso.
ResponderEliminarYo tampoco la conocía hasta hace unos meses y la verdad es que es muy triste, sobre todo para los familiares, porque los enfermos me parece que no se dan mucha cuenta de su estado.
EliminarBesitos, Blanca
Ufff!!! Me agobia mucho solo pensarlo, en mi familia ninguno lo ha padecido hasta ahora pero sí en la de mi marido.
ResponderEliminarUn abrazo
Es mejor no pensar mucho en ello y ayudar al que lo necesita. Muchas gracias por tu visita, Chelo.
EliminarUn abrazo
Qué emotivo y qué triste a la vez Rita.
ResponderEliminarYo también soy voluntaria de Cruz Roja en mi ciudad; realizo talleres de lectura para personas mayores.
Un abrazo muy fuerte.
Es una labor muy bonita. Me alegro que tu también compartas tu tiempo con ellos.
EliminarUn abrazo, Marisa
Colaboro con una pequeña aportación mensual a la Cruz Roja desde hace tiempo, granitos de arena pueden hacer una montaña. Ver a nuestros mayores sufrir es muy duro, no conozco esta enfermedad tampoco. Una triste historia pero real.
ResponderEliminarUn gran abrazo Rita.
Es muy triste este enfermedad. Yo tampoco la conocía hasta hace unos meses, y necesitan muchos cuidados y atenciones.
EliminarUn abrazo, Carmen
A Cruz Vermelha tem um papel muito importante na saúde em Portugal. Os seus méritos são conhecidos e reconhecidos
ResponderEliminarCumprimentos
Tratar de idosos não é para todos. Pessoas muitas vezes com grandes dificuldades de locomoção, doenças mentais, paralisias, enfim...Meritório e elogiável o trabalho de quem deles cuida e os ajuda a viver os seus últimos dias de uma forma digna
ResponderEliminarCumprimentos
La verdad es que es necesario, a veces, tener ciertos conocimientos para cuidar a estos ancianos y sus enfermedades, pero yo solo les hago compañía, les llevo un ratito de mi tiempo, les entretengo y se les hace más llevadero. No se sienten tan solos.
EliminarUn abrazo, Ricardo.
Me ha gustado mucho pero al mismo tiempo me ha entristecido. Da mucha pena que la mente se deteriore tanto. Yo no viví el Alzheimer, pero si la demencia senil severa que sufrió mi abuela materna, y lo pasamos toda la familia muy mal, hasta que tuvimos que ingresarla en una residencia geriátrica donde la cuidaron mucho y muy bien. Ella no se enteraba de mucho, pero bueno.
ResponderEliminarAdmiro la labor que haces, ayudar a los demás.
Un abrazo.
Creo que lo bueno que tienen estas enfermedades mentales es que el enfermo no se entera de su situación, al menos por lo que yo he podido apreciar. Ellos creen que están bien. Mejor así porque no sufren al ver su deterioro, pero para la familia es durísimo.
EliminarUn beso, Tere
Conozco bien el Alzheimer Rita. Lo sufrimos con mi padre 11 largos años. Es lo más cruel que le puede pasar a una persona...Te lo roba todo y te queda completamente vacío. Ellos no sufren, sí y los que están a su cuidado...
ResponderEliminarSoy voluntaria de Cruz Roja desde hace tiempo he estado en otros programas,ahora en Infancia y Juventud. Ayudamos a los chicos con los deberes, ahora está suspendido. Pero sigo colaborando desde casa, soy persona de riesgo, tengo asma, llamando a personas mayores solas por si necesitan algo y se lo llevan. Hay mucha necesidad. Y gracias a las diversas ong van saliendo para adelante. Por que el gobierno na de na.
Así vamos pasando esto, deseando que cada dia falte menos.
Lindo relato. Cuídate.
Un abrazo.
¡Qué alegría que también seas voluntaria en Cruz Roja! Yo visito a las personas mayores que están solas, enfermas o que simplemente quieren un poco de conversación o lectura. Pero ahora, con el coronavirus, estas actividades se han suspendido y no voy. ¡No sabes como lo echo de menos! Estoy deseando volver a la normalidad.
EliminarTendré en cuenta tu recomendación del libro. Muchas gracias, Laura
Besos
Se me olvidó. Te gustará Reina Roja.Engancha desde el principio.
ResponderEliminarTe dejo esto:
https://asimegustaelmundo.blogspot.com/2012/02/alzheimerel-mal-de-nuestros-dias.html
Un abrazo.
Una triste realidad que has descrito a la perfección. Mientras leía, pensaba en mi suegra, con esa misma reiteración y olvidos inmediatos. Para ella, cada día es el peor de su vida y siempre nos recibe con la misma cantinela, como si fuera la priemra vez que nos lo dice. Hay que hacer acopio de mucha paciencia y comprensión, y pensar que (ojalá que no) algún día podemos ser nosotros quienes estemos en esa misma situación.
ResponderEliminarUn abrazo.
Si lo has padecido dentro de tu familia entiendes a la perfección lo que he escrito. ¡Triste enfermedad! Nos roba todo lo que somos y nos deja totalmente desvalidos.hay que tener mucha paciencia con estos enfermos, tienes razón. Espero que encuentren algún remedio para ella, pero de momento, lo veo complicado.
EliminarUn abrazo, Josep
Una historia muy narrada, Rita. Cada vez estamos tod@s más expuestos a esa enfermedad o bien por la esperanza de vida más longeva o porque los investigadores, cada día descubren algo nuevo para combatirlas. Más siempre aparecerán también algunas diferentes y nuevas mientras no dejemos de respirar.
ResponderEliminarUn abrazo con lo 5 sentidos.
Las investigaciones que hacen sirven para curar algunas enfermedades, pero aparecen otras nuevas, y es que de algo nos tenemos que morir.
EliminarUn abrazo, Joaquín
Hola Rita, gran labor la que realiza Cruz Roja en todos los aspectos, y todos sus voluntarios no os quedáis atrás realizando estos trabajos que no todo el mundo somos capaces de hacer, gran labor haces Rita acompañando a estas personas tan necesitadas sobre todo de cariño.
ResponderEliminarEl relato es tan real que me parecía verte a ti acompañando a Enriqueta, enhorabuena por la labor que hacéis tan bonita.
Besos.
La historia es real, Piruja. Da mucha pena ver a nuestros mayores así, nos necesitan mucho.
EliminarUn abrazo
Hola Rita, y gracias a estas asociaciones y a la buena gente esta sociedad se mantiene erguida aunque dando cada vez mas tropezones.
ResponderEliminarUn abrazo
¡Y quién no da algún tropezón de vez en cuando! No hay nada ni nadie perfecto, pero por lo menos estas instituciones ponen buena intención.
EliminarUn abrazo, Toni
No sabemos qué nos deparará el futuro y si mañana nos veremos en una situación similar, pero hoy mismo hay muchas Enriquetas que no tienen nadie que las visite. Enhorabuena por regalar tu tiempo con personas que necesitan un poco de compañía.
ResponderEliminarUn abrazo.
Es una lástima. Estos enfermos necesitan muchísima atención, las 24 horas, y solo les hago un rato de compañía siempre que puedo. Ahora con el coronavirus han suspendido las visitas porque son personas de riesgo. Espero poder volver pronto.
EliminarUn abrazo, Kirke
Es de dar especial reconocimiento a esa labor. Muy bien.
ResponderEliminarMuchas gracias, Alexander, por tu visita y comentario.
EliminarUn saludo
Hola Rita, gran labor la que realiza la Cruz Roja en todas sus áreas, estar siempre ahí cuando se los necesitan, y el trabajo de los voluntarios es siempre de agradecer.
ResponderEliminarEspero que estes bien, cuidate. Un cálido abrazo.
Hola Cristina, me alegro de verte por aquí. Muchas gracias por tu visita y comentario. Yo también espero que estés bien.
ResponderEliminarUn abrazo