MUJERES VALIENTES: AGNÓDICE

Mañana se celebra el Día de la Mujer, y con motivo de esta celebración he rescatado la vida y obra de siete mujeres valientes que nos acompañan en los próximos días. Cada día saldrá a la luz la vida , hazañas y padecimientos de una de ellas. Aunque no olvido en ningún momento a todas las demás, que desde que el mundo es mundo y hasta nuestros días, en el anonimato más absoluto luchan por sus hijos, su familia , su trabajo, sus derechos o simplemente, por sobrevivir. Sirva el ejemplo de estas valientes mujeres para seguir luchando por la igualdad y el reconocimiento.
Comenzamos con esta gran mujer, la primera que pudo ejercer la Medicina en el mundo occidental. Su historia es asombrosa.

AGNÓDICE


Agnódice fue una niña curiosa, de fuerte carácter y con un insaciable interés por las cuestiones científicas.
Con el tiempo se convirtió en una joven rebelde e inteligente. Extraordinariamente sensible al sufrimiento de sus semejantes, alimentó su sueño escandaloso para la sociedad de la época.
-¡Quiero estudiar medicina!- le dijo un día a su padre.
-¿Te has vuelto loca? ¡Sabes que esos estudios están prohibidos a las mujeres!
-Muy bien. Pues me haré pasar por un hombre- replicó ella.
De nada sirvieron los esfuerzos de su padre para hacerla desistir. Para Agnódice, esa era una excelente manera de ayudar a los demás, sobre todo a las mujeres. y es que, en la sociedad ateniense de su tiempo, no estaba muy bien visto que las mujeres acudieran al médico, y ellas mismas sentían vergüenza de ser examinadas  por un hombre. Esa es la razón por la que muchas morían sin asistencia durante los partos y ponían en peligro la vida de sus hijos recién nacidos.
Decidida a cumplir su sueño, una noche, Agnódice se vistió de varón y partió hacia Alejandría para estudiar medicina. Allí vivió años difíciles y apasionantes. Por un lado tuvo que hacer esfuerzos para ocultar su identidad, y por otro, tuvo que instruirse en una materia que le entusiasmaba y para la que estaba muy capacitada.
Terminados sus estudios volvió a Atenas para ejercer como médico. Como no podía desvelar su condición de mujer se vestía y comportaba como un hombre.
Pero un día, mientras paseaba, oyó unos quejidos que procedían del interior de una casa. Cruzó el umbral y encontró una joven muchacha que estaba dando a luz con dificultad. La joven se negó a ser examinada por un hombre, y entonces Agnódice le reveló su secreto. Sólo entonces la mujer accedió a ser atendida.
A partir de entonces, el médico llegado de Alejandría se hizo famoso entre los atenienses, y las mujeres empezaron a ir  su consulta, teniendo siempre cuidado de no desvelar la condición femenina del galeno.
Pasado un tiempo, los compañeros de profesión de Agnódice sintieron envidia y comenzaron a murmurar y acusarla de seducir a sus pacientes.
Ante el tribunal, la joven no tuvo más remedio que desvelar su identidad. Todos los presentes quedaron estupefactos y una voz se alzó diciendo:
-¡En Atenas una mujer no puede ejercer la Medicina! Su delito debe ser castigado con la pena de muerte!
Fue en ese instante cuando ocurrió algo sorprendente: las mujeres que estaban ante el público se hicieron oír, oponiéndose al veredicto de los hombres.
-Ella nos ha salvado la vida a muchas de nosotras. ¡Si Agnódice es condenada, todas moriremos con ella !¡Y Atenas se quedará sin mujeres!
Aquella revuelta dió resultado. Agnódice fue declarada inocente y recibió el permiso necesario para ejercer su profesión. ¡Ya no tenía que ocultarse ni vestir como un hombre! y, lo que es más importante, aquel suceso provocó una modificación de las leyes que permitió a las mujeres griegas, estudiar Medicina.